lunes, 8 de abril de 2019

Tiempo... Juan 20. 11 - 15



TIEMPO DE REFLEXIÓN

"Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro, y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto.
Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto. Dicho esto, se volvió y vio a Jesús que estaba allí; pero no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?  Juan 20. 11 – 15.

Al parecer, María fue la primera persona, a quien el Señor apareció. Hubo once apariciones antes de Su ascensión al cielo y por el texto podemos deducir que hubo otras que no fueron descritas.
Para quienes preguntan por qué Jesús apareció primero a María Magdalena, podemos decir que Proverbios 8.17 dice, "Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan". Pues bien, ella le buscó, y le buscó temprano.
Ella, pensando que era el jardinero, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto."
Ella no le conoció. Quizás ella no creía que Jesús resucitaría de los muertos. La incredulidad es ciega, y también es muda, como en el caso de Zacarías. Le amaba, sí, pero el amor debe estar unido a la fe. Ella estaba llorando porque le amaba, pero también porque no creía.
Ahora quizá alguien pregunte: ¿Cuánto cambia el cuerpo glorificado? No sabemos, pero no creemos que el cambio sea tan grande como para que explique el no poder reconocer a Jesús. María estaba absolutamente concentrada en su dolor. Aunque vio a dos ángeles, esto parece que no le llamó la atención de una manera especial.
Los ángeles le hicieron una pregunta, no porque no supieran la respuesta, sino porque trataron de despertar alguna evidencia de fe en María. Ella tenía una sola cosa en mente cuando respondió. Él todavía estaba muerto y la respuesta probable fue que el cuerpo hubiera sido robado, según concluyó María. 
Cuantas veces tenemos la misma actitud de María Magdalena, vamos en busca del Señor en oración, con ruegos y clamor; pero no terminamos de creer que Él puede ayudarnos. Desconfiamos que Él este escuchándonos y por lo tanto pueda ayudarnos.
La primera actitud de María fue buena, acudió a donde estaba Jesús, pero a pesar de que Él estaba delante de ella no lo reconoció, dudó.
Tengamos cuidado de no ser como María, Hebreos 11. 6 dice: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.
Dios les bendiga abundantemente.

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