LECTURA
DIARIA:
Hechos
capítulo 8
La
persecución forzó a los cristianos para que salieran de Jerusalén y fueran a
Judea y Samaria; de esa manera se cumplía la segunda parte del reciente mandato
de Jesús. La persecución ayudó a la difusión del evangelio. El sufrimiento de
los creyentes traería grandes resultados para Dios.
Aquí
no se refiere a Felipe el apóstol, sino a un judío de habla griega, "lleno
de fe y del Espíritu Santo", uno de los siete diáconos escogidos para
ayudar en la distribución de los alimentos en la iglesia.
Israel
se dividía en tres regiones principales: Galilea en el norte, Samaria en el
centro y Judea en el sur. La ciudad de Samaria (en la región del mismo nombre)
llegó a ser la capital del norte del reino de Israel en los días del reino
dividido, antes de su conquista por Asiria en 722 a.C. Durante esta guerra, el
rey asirio llevó muchos cautivos, dejando solo a los más pobres y repoblando la
tierra con extranjeros. Estos contrajeron matrimonio con los judíos que
quedaron y esta raza mixta originó a los samaritanos. Los judíos
"puros" del reino del sur de Judá, consideraban a los samaritanos
como media casta y se odiaban mutuamente. Pero Jesús fue a Samaria (Juan 4) y
mandó a sus seguidores que esparcieran el evangelio aun allí.
En
los días de la iglesia primitiva, los hechiceros y magos eran numerosos e
influyentes. Hacían maravillas, efectuaban sanidades y exorcismos, y
practicaban la astrología. Sus magias quizás eran simples trucos o los hechiceros
recibieron algún poder de satanás.
Este
Simón realizó muchas maravillas al grado que hasta algunos pensaban que era el
Mesías, pero sus poderes no venían de Dios.
A
fin de descubrir si los samaritanos eran verdaderos creyentes, enviaron a Pedro
y Juan a investigar. Los cristianos judíos, incluso los apóstoles, dudaban aún
si los gentiles (los que no eran judíos) y los medio judíos podían recibir al
Espíritu Santo. Y no fue sino hasta que Pedro tuvo su experiencia con Cornelio
(capítulo 10) que los apóstoles se convencieron por completo de que el Espíritu
Santo era para todos.
Felipe
huyó a Samaria donde continuó predicando el evangelio. Mientras estuvo allí, un
ángel lo condujo a un funcionario etíope que se encontraba en el camino entre
Jerusalén y Gaza. Este funcionario se convirtió al cristianismo antes de
proseguir su camino a Etiopía. Felipe fue después de Azoto a Cesarea. Debido a
que Felipe fue adonde Dios lo envió, Etiopía se abrió al evangelio.
Este
era un momento crucial en la extensión del evangelio y el crecimiento de la
Iglesia. Los apóstoles, Pedro y Juan, tuvieron que ir a Samaria para evitar que
este nuevo grupo de creyentes se separara de otros creyentes. Cuando Pedro y
Juan vieron al Espíritu Santo obrando en esta gente, tuvieron la certeza de que
el Espíritu Santo obraba a través de todos los creyentes: gentiles, razas
mixtas y también judíos "puros".
Simón
el mago, pensó que podía comprar el poder del Espíritu Santo, pero Pedro lo
censuró con dureza. La única manera de recibir al Espíritu Santo es hacer lo
que Pedro dijo a Simón: arrepentirse del pecado, pedir perdón a Dios y ser
lleno con su Espíritu. Ninguna cantidad de dinero puede comprar la salvación,
el perdón de pecado ni el poder de Dios que se obtienen mediante el
arrepentimiento y la fe en Cristo como Señor y Salvador.
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