TIEMPO
DE REFLEXIÓN
"A
Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque éste era el que llevaba
la palabra. El sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad,
trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la
muchedumbre quería ofrecer sacrificios."
Hechos
14. 12
"Entonces
vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio que persuadieron a la multitud;
apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba
muerto."
Hechos
14. 13 – 19.
Vemos
que Pablo y Bernabé eran los portavoces principales. Y los habitantes de esta
región quisieron hacerles dioses.
Que
asombroso, esas gentes un día, estaban dispuestos a adorar a Pablo y a Bernabé
como dioses, y al día siguiente apedrearon a Pablo.
Estos
hombres apedrearon a Pablo y le arrastraron fuera de la ciudad creyendo que
había muerto.
Todo
esto nos demuestra que eran muy inestables y no habían creído, miraban a los
hombres y no el mensaje que ellos traían.
Pero,
¿no nos recuerda esto algo? En todo el mundo pasa lo mismo hoy en día: veneran
hoy a un deportista famoso o a una estrella de cine, y mañana a un político o
un cantante famoso. Pero con el transcurso del tiempo, surgen otros personajes
y los antes venerados van cayendo en el olvido.
Y
desgraciadamente pasa lo mismo con aquellos que predican la Palabra de Dios,
ponen el énfasis en el hombre, en lo que hace y no en el mensaje.
Pero
el mensaje de Pablo era verdadero, él no estaba predicando para su beneficio, y
Dios lo respaldó. Aun cuando lo apedrearon, Dios lo levantó en forma milagrosa
y lo guardó de esa turba. Pablo era un instrumento de Dios y había un largo
camino por recorrer para que el mensaje de las buenas nuevas de Cristo sea
proclamado.
Hoy
nosotros debemos continuar ese camino de proclamación.
Dios
les bendiga abundantemente.
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