TIEMPO
DE REFLEXIÓN
"Pero
recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me
seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la
tierra."
Hechos
1. 8
Ésta
es la comisión que todavía está en vigor en el día de hoy. Esta comisión no fue
solamente a una institución, o sea a la Iglesia como un cuerpo. En realidad es
más bien una comisión muy personal, un mandato que fue dado a cada creyente,
individualmente.
Esta
comisión fue encargada a estos hombres aun antes de que el Espíritu Santo
hubiera venido y formado la Iglesia.
Éste
es, un mandamiento personal que es para cada uno de nosotros. Es nuestra
misión, es nuestro trabajo, propagar la Palabra de Dios en el mundo. No podemos
decir que le toca a la Iglesia enviar a los misioneros para proclamar el
evangelio por medio de ellos, y quedarnos nosotros de brazos cruzados.
Lo
verdaderamente importante es lo que estemos haciendo individualmente para
proclamar la Palabra de Dios.
Dios
quiere que los seres humanos se salven. Esta es nuestra misión. Pero para poder
propagar el evangelio necesitamos poder. Esa fue su promesa - "recibiréis
poder". Y necesitamos de la guía del Señor. Ante esta gran tarea, no hay
ningún poder en nosotros, aunque sí hay poder en el Espíritu Santo. Es el
Espíritu Santo quien se mueve a través de una persona, a través de alguna
iglesia, o por medio de un programa de radio o de tv, o las redes sociales.
La
cuestión es si nosotros le permitimos actuar por medio nuestro.
El
asunto es si le permitimos obrar por medio nuestro. Recordemos la promesa:
"Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu
Santo” dice el versículo 8, y continúa diciendo y me seréis testigos. . .
." Es decir, nuestro testimonio es en cuanto a Cristo. Él es el centro de
atracción. Luego dice: "en Jerusalén", es decir en nuestro lugar,
donde vivimos; si no lo hay, debiera haber un testimonio para Cristo. Toda Judea,
se refiere a nuestra comunidad. Samaria, está donde viven aquellos con quienes
no nos relacionamos. Es posible que no nos reunamos con ellos socialmente, pero
tenemos la responsabilidad y el privilegio de llevarles el evangelio.
Por
último, este testimonio para Cristo debe llegar hasta los confines de la
tierra.
No
debemos perder de vista el hecho de que ésta es la intención del Señor. Él nos
ha dicho que si le amamos, guardemos Sus mandamientos.
Este
mandamiento es personal. No podemos evadirnos de esta carga diciendo que la
Iglesia lo está cumpliendo y que por tanto, no tenemos que comprometernos con
ello.
Debemos
preguntarnos ¿Hasta qué punto estamos comprometidos en la gran comisión que nos
dejó Cristo?
Y
decidir si nos vamos a comprometer activamente en la obra del Señor para
extensión de su Reino.
Dios
les bendiga abundantemente.
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