jueves, 11 de abril de 2019

Tiempo... Hechos 1. 8



TIEMPO DE REFLEXIÓN

"Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra."
Hechos 1. 8


Ésta es la comisión que todavía está en vigor en el día de hoy. Esta comisión no fue solamente a una institución, o sea a la Iglesia como un cuerpo. En realidad es más bien una comisión muy personal, un mandato que fue dado a cada creyente, individualmente.
Esta comisión fue encargada a estos hombres aun antes de que el Espíritu Santo hubiera venido y formado la Iglesia.
Éste es, un mandamiento personal que es para cada uno de nosotros. Es nuestra misión, es nuestro trabajo, propagar la Palabra de Dios en el mundo. No podemos decir que le toca a la Iglesia enviar a los misioneros para proclamar el evangelio por medio de ellos, y quedarnos nosotros de brazos cruzados.
Lo verdaderamente importante es lo que estemos haciendo individualmente para proclamar la Palabra de Dios.
Dios quiere que los seres humanos se salven. Esta es nuestra misión. Pero para poder propagar el evangelio necesitamos poder. Esa fue su promesa - "recibiréis poder". Y necesitamos de la guía del Señor. Ante esta gran tarea, no hay ningún poder en nosotros, aunque sí hay poder en el Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo quien se mueve a través de una persona, a través de alguna iglesia, o por medio de un programa de radio o de tv, o las redes sociales.
La cuestión es si nosotros le permitimos actuar por medio nuestro.
El asunto es si le permitimos obrar por medio nuestro. Recordemos la promesa: "Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo” dice el versículo 8, y continúa diciendo y me seréis testigos. . . ." Es decir, nuestro testimonio es en cuanto a Cristo. Él es el centro de atracción. Luego dice: "en Jerusalén", es decir en nuestro lugar, donde vivimos; si no lo hay, debiera haber un testimonio para Cristo. Toda Judea, se refiere a nuestra comunidad. Samaria, está donde viven aquellos con quienes no nos relacionamos. Es posible que no nos reunamos con ellos socialmente, pero tenemos la responsabilidad y el privilegio de llevarles el evangelio.
Por último, este testimonio para Cristo debe llegar hasta los confines de la tierra.
No debemos perder de vista el hecho de que ésta es la intención del Señor. Él nos ha dicho que si le amamos, guardemos Sus mandamientos.
Este mandamiento es personal. No podemos evadirnos de esta carga diciendo que la Iglesia lo está cumpliendo y que por tanto, no tenemos que comprometernos con ello.
Debemos preguntarnos ¿Hasta qué punto estamos comprometidos en la gran comisión que nos dejó Cristo?
Y decidir si nos vamos a comprometer activamente en la obra del Señor para extensión de su Reino.
Dios les bendiga abundantemente.

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