TIEMPO
DE REFLEXIÓN
"Entonces
Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos
males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los
principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.
El Señor
le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste para llevar mi nombre en
presencia de los gentiles, de reyes y de los hijos de Israel, porque yo le
mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre." Hechos
9. 13 – 16
Dios
explicó dos motivos por los cuales llamó a este hombre. Saulo fue el
instrumento escogido por Dios para cumplir dos propósitos. En primer lugar,
debía llevar el nombre de Jesús. Notemos que no fue llamado un testigo, como lo
fueron los otros discípulos. Es posible que Pablo hubiera conocido a Jesús en
Su crucifixión, pero no había caminado con Jesucristo en los días de Su vida en
la tierra. En realidad no supo nada acerca de Él, hasta aquel día en el camino
a Damasco. Ahora, tendría que proclamar ése Nombre. Y es el mismo nombre que
nosotros debemos llevar hoy. Es el nombre de Jesús.
Ahora,
Pablo presentaría este Nombre ante tres grupos diferentes: los gentiles o no
judíos, los reyes, y los israelitas. Los no judíos fueron nombrados en primer
lugar. Pablo fue el gran apóstol a los no judíos. Luego, se mencionan los
reyes. Y veremos que Pablo aparecería delante de reyes. Y luego, llevaría el
nombre de Jesús a la nación de Israel.
Cuando
Pablo entraba en una ciudad, siempre visitaría primero la sinagoga. La sinagoga
casi siempre serviría como su lugar de arranque para introducirse en una
comunidad y en la vida de la ciudad. Desde allí alcanzaría a los no judíos.
Pero siempre iría primero a los judíos.
En
segundo lugar, el Señor dijo que mostraría a Saulo cuán grandes cosas tendría
que sufrir por el Señor. O sea que fue escogido para sufrir por Jesucristo.
Creemos que nunca ha habido otro que haya sufrido tanto por causa del Señor
como lo que sufrió el apóstol Pablo.
Nadie
se atrevería a decir: "Yo he sufrido más que cualquier otro. ¿Por qué
permite Dios que esto me ocurra a mí?" Podemos sufrir o podemos pensar que
sufrimos más de lo que realmente sufrimos. Sea como fuere, ninguno de nosotros
sufre como sufrió Saulo de Tarso por el Señor, después que llegó a ser el
apóstol Pablo.
El
Señor Jesús se le apareció personalmente a Saulo, cuando esto ocurrió, el
Espíritu de Dios abrió sus ojos espiritualmente y los cerró físicamente a fin
de que pudiera ver al Señor Jesús.
Saulo
de Tarso era fariseo y conocía muy bien la Palabra de Dios. En efecto, si hubo
alguien saturado por la Palabra de Dios debió haber sido Saulo de Tarso. Por lo
tanto, vemos que el Espíritu Santo y la Palabra de Dios fueron factores operativos
en la conversión de Saulo.
Saulo
se encontraba entre los que mataron a Esteban. Esteban había contemplado el
cielo abierto y dijo: "Veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre que
está a la derecha de Dios" (Hechos 7.56).
Saulo
ahora en el camino a Damasco, contempló una brillante luz. Fue Jesucristo el
que se le reveló en aquel lugar.
Cada
uno de nosotros también podemos tener un encuentro con Dios por medio del señor
Jesucristo. También podremos sentir que la luz de aquél que proclamó ser la luz
del mundo nos ilumina, disipa las sombras, aleja la oscuridad espiritual y
transforma nuestra vida en este mundo con la realidad de la vida eterna.
Dios
les bendiga abundantemente.
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