LECTURA
DIARIA:
Juan
capítulo 13
Jesús
sabía que uno de sus discípulos lo traicionaría, otro le negaría y todos lo
abandonarían durante un tiempo.
Los
capítulos 13-17 nos cuentan lo que dijo Jesús a sus discípulos la noche antes
de su muerte. Todas estas palabras las expresó una noche en la que, contando
únicamente con la presencia de los discípulos, les dio las últimas
instrucciones a fin de prepararlos para su muerte y resurrección, sucesos que
cambiarían sus vidas para siempre.
Jesús
fue el siervo modelo y mostró su disposición de servicio a sus discípulos.
Lavar los pies de los huéspedes era una tarea que debía llevar a cabo un
sirviente de la casa cuando llegaban los invitados. Pero Jesús se colocó una
toalla a la cintura, del modo que lo haría el más humilde de los esclavos, para
luego lavar y secar los pies de sus discípulos. A Pedro debe haberle confundido
que su Maestro estuviera realizando tareas de esclavo. Todavía no comprendía la
enseñanza de Jesús de que para ser un líder, debía ser un siervo.
Jesús
no lavó los pies de sus discípulos con el único fin de promover la amabilidad
entre ellos. Tenía una meta mucho mayor que era extender su misión sobre la
tierra después que Él se marchara. Estos hombres tendrían a su cargo la tarea
de ir por el mundo sirviendo a Dios, sirviéndose los unos a los otros y a todas
las personas a las que llevasen el mensaje de salvación.
Judas
no era a quien los discípulos le confiaban el dinero. La parte que le tocó a satanás
en la traición a Jesús no elimina la responsabilidad de Judas. Satanás imaginó
que la muerte de Jesús acabaría con su misión y obstaculizaría el plan de Dios.
Al igual que Judas, no sabía que la muerte de Jesús, desde un principio, era la
parte más importante del plan de Dios.
Juan
describe estos pocos momentos de manera clara y detallada. Vemos que Jesús
sabía con exactitud lo que acontecería. Sabía lo que pasaría con Judas y con
Pedro, pero no cambió la situación, ni dejó de amarlos.
Pedro
dijo con orgullo a Jesús que estaba dispuesto a morir por El. Pero Jesús le
rectificó. Sabía que esa misma noche Pedro negaría conocer a Jesús a fin de
protegerse.
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