TIEMPO
DE REFLEXIÓN
"Pero
cuando se acercaba el tiempo de la promesa que Dios había jurado a Abraham, el
pueblo creció y se multiplicó en Egipto, hasta que se levantó en Egipto otro
rey que no conocía a José.
Este rey, usando de astucia con nuestro pueblo,
maltrató a nuestros padres hasta obligarlos a que expusieran a la muerte a sus
niños para que no se propagaran. En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fue
agradable a Dios; y fue criado tres meses en casa de su padre. Pero siendo
expuesto a la muerte, la hija del faraón lo recogió y lo crió como a hijo suyo.
Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en
sus palabras y obras."
Hechos
7. 17 – 22
Estos
versículos del capítulo 7 son parte de la defensa que expuso Esteban ante el
Sanedrín, y muestran como el hombre, por más preparación que tenga, nunca llega
a igualar la sabiduría y la preparación que Dios nos da.
Si
Ramsés II había sido el Faraón de la opresión, Moisés podría haber sido el
próximo Faraón. La hija de Faraón le crió como a su propio hijo. Es que Faraón
no tenía hijos, y por tanto, a Moisés le habría correspondido ser su sucesor en
el trono.
Moisés
fue criado en medio de la sabiduría de los egipcios. La sabiduría de los
egipcios no puede ser ignorada aun en nuestra época. Habían desarrollado las
matemáticas, la química, la ingeniería, la arquitectura, y la astronomía en un
alto grado. Habían desarrollado estos campos de estudio de una manera realmente
extraordinaria. Consideremos las pirámides, por ejemplo; y los colores que
hallamos en las tumbas; colores que han permanecido brillantes durante el paso
de los siglos. Ellos eran verdaderos expertos en cuanto al embalsamamiento de
cadáveres. También habían calculado la distancia existente entre la tierra y el
sol. Realmente, su cultura fue muy avanzada.
Moisés
disfrutó de todas las ventajas de aquel entonces, siendo criado como hijo de la
hija de Faraón. Fue enseñado en toda la sabiduría de los egipcios. Fue
sobresaliente en todo. Sin embargo, él no estaba preparado para guiar al pueblo
de Dios. Todos los conocimientos del mundo de aquel entonces, no le capacitaron
como para guiar al pueblo.
Y
de la misma manera, toda la sabiduría que los hombres tienen hoy, no es
suficiente para que puedan comprender la Palabra de Dios. Les resulta demasiado
difícil.
¿Por
qué? Porque como dijo el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios,
capítulo 2, versículo 14: "pero el hombre natural no percibe las cosas que
son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender,
porque se han de discernir espiritualmente". Por tanto, después de
cuarenta años de formarse en la sabiduría de Egipto, Dios le envió al desierto.
Y allí Dios le preparó adecuadamente para ser el libertador.
La
escuela del desierto, aunque no nos guste, es el lugar donde Dios nos prepara
para que cada uno de sus hijos pueda realizar la tarea que de antemano Él le
encomendó y obtener la victoria que él también tiene para nosotros.
Dios
les bendiga abundantemente.
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