TIEMPO
DE REFLEXIÓN
"Algunos
filósofos de los epicúreos y de los estoicos discutían con él. Unos decían:
¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos
dioses. Esto decían porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la
resurrección."
Hechos
17. 18
La
filosofía de los epicúreos era más o menos hedonista, o sea, que proclamaba la
búsqueda del placer como fin supremo de la vida. Los estoicos en cambio eran un
grupo que creía en la circunspección y la moderación. Los epicúreos creían que
uno no debía restringirse. Creían que de esta manera uno podría vencer las
demandas de la parte física del ser humano. Creían que uno debía darle al
cuerpo todo lo que quería tener. Los epicúreos deben haber participado
plenamente en cualquier forma de moralidad que nosotros hoy consideramos
avanzada. Ahora, por contraste, los estoicos creían que se debía ejercer un
dominio total sobre el cuerpo.
Pues
bien, vemos aquí al pueblo griego, es decir, a los filósofos de ambos grupos,
que vinieron para oír lo que Pablo tenía que decir. Pablo había estado hablando
mucho y por eso lo llamaban charlatán. Ahora, su tema era algo nuevo para
ellos. Consideraban el nombre de Jesús y la idea de la resurrección, como
"nuevos dioses."
Muchas
tendencias actuales no constituyen una nueva ideología, sino un resurgimiento
de aquella antigua filosofía griega. Pero, observemos que aquellos filósofos
griegos, no lograron comprender a Pablo. Quizás Pablo era demasiado profundo
para ellos. Y la filosofía griega estaba en una fase de decadencia en Atenas,
especialmente en esa época.
Los
filósofos griegos estaban en una completa oscuridad espiritual. Estaban en
peores circunstancias que los gálatas, los filipenses, y los tesalonicenses.
Sin embargo, se creían grandes sabios. Las personas de este tipo son las más
difíciles de alcanzar con la Palabra de Dios y con el evangelio.
Y
así sucede también con los que no son verdaderos creyentes, es decir, que
profesan ser cristianos pero no lo son, porque creen que no necesitan más que
el conocimiento superficial que tienen. Parece que no se dan cuenta que en
verdad, necesitan un Salvador, no solo para salvarles del pecado, sino también
para salvarles en su vivir diario, a fin de que sus vidas sean dignas de ser
vividas y tengan valor para Dios.
Dios
les bendiga abundantemente.
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