LECTURA
DIARIA:
Hechos
capítulo 3
Los
judíos acostumbraban orar tres veces al día: en la mañana (a las nueve), en la
tarde (a las tres) y en la noche (a la puesta del sol). En estos horarios los
judíos devotos y los gentiles temerosos de Dios a menudo iban al templo a orar.
Pedro y Juan iban al templo a las tres de la tarde.
La
puerta la Hermosa era una entrada al templo, no a la ciudad. Esta era una de
las entradas favoritas y muchas personas pasaban por allí cuando iban a adorar.
El cojo mendigaba en un lugar en que la mayoría podía verlo. El mendigo pedía
dinero, pero Pedro le dio algo mucho mejor: la posibilidad de usar sus piernas.
"En
el nombre de Jesucristo" significa "por la autoridad de
Jesucristo". Los apóstoles sanaban mediante el poder del Espíritu Santo y
no por ellos mismos. En su emoción, el hombre que antes era cojo empezó a
saltar y correr por los alrededores. ¡El también alabó a Dios! Y los demás se
sorprendieron también ante el poder de Dios.
Pedro
tenía una audiencia y aprovechó la oportunidad para hablar acerca de Jesús. Con
claridad él les dijo que todavía tenían una oportunidad; Dios seguía
ofreciéndoles la oportunidad de creer y aceptar a Jesús como Mesías y Señor.
Cuando Pedro dijo: "a quien vosotros entregasteis y negasteis", quiso
decir exactamente eso. Solo unas semanas antes, se enjuició y dio muerte a
Jesús allí en Jerusalén. No era un hecho distante del pasado, muchas de estas
personas oyeron hablar de esto y algunas quizás tomaron parte al condenarlo. Los
líderes religiosos pensaron que dieron fin a Jesús al crucificarlo, pero su
convicción se vino abajo cuando Pedro les dijo que Jesús resucitó y que esta
vez no podrían matarlo. Pedro mostró el significado de la resurrección, el
triunfo y el poder de Dios sobre la muerte.
En
esos días el nombre de un hombre representaba su carácter, respaldaba su
autoridad y poder. Usando el nombre de Jesús, Pedro mostró quién le dio la
autoridad y el poder para sanar. Los apóstoles no enfatizaron lo que ellos
podían hacer, sino lo que Dios podía hacer a través de ellos.
Pedro
les explicó la clase de Mesías que Dios envió a la tierra. Los judíos esperaban
un gran gobernador, no un siervo sufriente. Juan el Bautista preparó el camino
para Jesús predicando el arrepentimiento. El mensaje de salvación de los
apóstoles también llamaba al arrepentimiento, reconociendo el pecado y
alejándose de él.
Pedro
quería mostrarles que su tan esperado Mesías había llegado. El y todos los
apóstoles llamaban a la nación judía a arrepentirse y a creer, a tomar
conciencia de lo que le hicieron a su Mesías. A partir de este punto, vemos a
muchos judíos rechazando el evangelio. Así que el mensaje fue también a los
gentiles y muchos de ellos abrieron sus corazones para recibir a Jesús.
Dios
le prometió a Abraham bendecir al mundo mediante sus descendientes, la raza
judía (Génesis 12.3) de la cual el Mesías vendría. Dios intentó que la nación
judía fuera apartada y santa, que enseñara al mundo acerca de Dios, presentando
al Mesías, y que cumpliera su obra en el mundo. Después de los días de Salomón,
la nación renunció a su misión de hablarle al mundo de Dios y, ahora en tiempos
apostólicos, al igual que cuando estuvo Jesús en la tierra, Israel rechazaba a
su Mesías.
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