LECTURA
DIARIA:
Hechos
capítulo 5
En
Hechos 5 vemos a la iglesia enfrentando
problemas internos y externos. Fuera, la iglesia sentía la presión de la
persecución.
Los líderes de la iglesia fueron cuidadosos y sensibles al
conducir los problemas internos, pero no había mucho que pudieran hacer para prevenir
las presiones externas. A pesar de todo, mantuvieron su enfoque en lo que era
más importante: difundir el evangelio de Jesucristo.
El
pecado que se nombra aquí de Ananías y Safira no fue avaricia ni retener parte
del dinero. Podían decidir si vender o no la tierra y cuánto dar. Su pecado fue
mentir a Dios y a su pueblo al decir que dieron todo, pero en realidad se
reservaban parte para ellos, tratando de parecer más generosos de lo que en
verdad eran. Este hecho se juzgó con dureza porque la deshonestidad y la
codicia destruyen la iglesia, impide que el Espíritu Santo obre con eficacia.
El
pórtico de Salomón era parte del templo construido por Herodes el Grande en un
intento de fortalecer su relación con los judíos. Jesús les enseñó y llevó a
cabo milagros en el templo muchas veces. Cuando los apóstoles fueron al templo,
estuvieron cerca de los mismos líderes religiosos que conspiraron para
crucificar a Jesús.
La
iglesia primitiva atraía a los creyentes por el poder y los milagros de Dios,
la generosidad, la sinceridad, la honestidad, la unidad de los miembros y el
carácter de los líderes.
Muchos
milagros acompañaban la predicación del Evangelio. Dios utilizaba en gran
manera a los apóstoles. Las personas no sanaron por la sombra de Pedro, sino
por el poder de Dios obrando a través de él.
Los
líderes religiosos estaban celosos, Pedro y los apóstoles ya habían ganado más
respeto de lo que ellos habían recibido. La diferencia, sin embargo, radicaba
en que los líderes religiosos demandaban respeto y reverencia para ellos
mismos; la meta de los apóstoles era lograr respeto y reverencia hacia Dios. A
los apóstoles no se respetaban porque lo demandaban, sino porque lo merecían. Los
apóstoles tenían poder para hacer milagros, gran audacia en la predicación y la
presencia de Dios en sus vidas; sin embargo, no estaban libres de azotes y
persecución.
Los
arrestaron, encarcelaron, azotaron con látigos y los calumniaron los líderes de
la comunidad.
"Todos
los ancianos de los hijos de Israel" se refiere a los setenta hombres del
concilio (también llamado Sanedrín). Este no iba a ser un juicio simple. Los
líderes religiosos iban a hacer cualquier cosa para detener a los apóstoles en
su intento de desafiar su autoridad, amenazar la seguridad de su posición y
poner al descubierto sus motivos hipócritas delante de la gente. Pero Dios los
libró aún de la cárcel para que siguieran cumpliendo su misión.
Los
apóstoles, después de la amenaza de los líderes influyentes, el arresto, los
azotes, el encarcelamiento y su liberación milagrosa, volvieron a predicar.
Los
fariseos, junto con los saduceos, componían la mayoría del concilio judío. Se
cuidaban de la pureza externa, pero muchos tenían sus corazones llenos de
motivos impuros. Durante su ministerio en la tierra, Jesús confrontó a menudo a
los fariseos. Gamaliel fue un aliado inesperado para los apóstoles, aunque
quizás no apoyó sus enseñanzas. Era un miembro distinguido del concilio judío y
un maestro. El consejo de Gamaliel al concilio dio a los apóstoles un respiro
para continuar con su trabajo.
A
Pedro y Juan se les advirtió muchas veces para que no predicaran, pero
continuaron a pesar de las amenazas. Esta tortura que Pedro y Juan soportaron
fue la primera que alguno de los apóstoles sufrieron por su fe. Estos hombres
sabían cómo Jesús sufrió y alabaron a Dios porque les permitió sufrir
persecución como su Señor.
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