LECTURA
DIARIA:
Hechos
capítulo 1
El
libro de Hechos continúa la historia que Lucas empezó en su Evangelio; los
versículos 1 al 11 son el nexo entre los hechos narrados en los Evangelios y
los que marcan el comienzo de la iglesia primitiva. Jesús pasó cuarenta días
enseñando a sus discípulos, los que experimentaron un cambio total.
Antes de
esto discutieron unos con otros, abandonaron a su Señor y uno de ellos (Pedro)
incluso negó que le conocía. Después de una serie de reuniones con el Cristo
resucitado, los discípulos hallaron la respuesta a muchas de sus preguntas;
llegaron a convencerse en relación con la resurrección, aprendieron del Reino
de Dios y la fuente de su poder: el Espíritu Santo.
Lucas
dice que los discípulos fueron testigos presenciales de todo lo sucedido a
Jesucristo, su vida antes de la crucifixión y los cuarenta días posteriores
donde les enseñó más acerca del Reino de Dios.
Jesús
explicó que con su venida se inauguró el Reino de Dios. Al ascender a los
cielos, el Reino de Dios permanecería en los corazones de todos los creyentes
mediante la presencia del Espíritu Santo. Pero el Reino de Dios no se
desarrollará por completo hasta que Jesús venga de nuevo a juzgar a todas las
personas y a quitar todo lo malo del mundo. Antes de que esto suceda, los
creyentes deben ocuparse en proclamar el Reino de Dios alrededor del mundo. El
libro de Hechos narra cómo empezó esto.
La
Trinidad es una descripción de la relación única del Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo. Si Jesús hubiera permanecido en la tierra, su presencia física
habría limitado la difusión del evangelio, ya que físicamente solo podría estar
en un solo lugar al mismo tiempo. Después de su ascensión podría estar presente
espiritualmente en todo lugar a través del Espíritu Santo. El Espíritu Santo se
envió de manera que Dios estuviera con sus seguidores y en ellos después que
Jesús ascendió al cielo. Su Espíritu los reconfortaría y guiaría a la verdad,
permaneciendo en ellos las palabras de Jesús, dándoles las palabras oportunas y
llenándolos con
En
Pentecostés (2.1-4) el Espíritu Santo estuvo a la disposición de todos los que
creyeran en Jesús. Nosotros recibimos el Espíritu Santo cuando recibimos a
Jesucristo. El bautismo del Espíritu Santo debe entenderse a la luz de su obra
total en los cristianos.
Durante
los años de ministerio de Jesús sobre la tierra, los discípulos se preguntaban
continuamente sobre su Reino. Pero el reino al que se refería Jesús era uno
espiritual, establecido en los corazones y vidas de los creyentes. La presencia
y el poder de Dios permanecen en los creyentes en la persona del Espíritu
Santo. El poder del Espíritu Santo no lo limita la energía ordinaria, involucra
valor, entrega, confianza, conocimiento, habilidad y autoridad. Jesucristo
prometió a los apóstoles que recibirían el poder para ser testigos después que
recibieran el Espíritu Santo.
Jesús
instruyó a sus discípulos para que fueran testigos a las personas de todas las
naciones acerca de Él. Pero se les dijo que debían esperar antes la venida del
Espíritu Santo.
El versículo
8 describe una serie de círculos concéntricos. El evangelio se esparce,
geográficamente, desde Jerusalén hasta Judea y Samaria, y por último se
ofrecería a los gentiles en otras partes de la tierra.
Fue
importante para los discípulos ver ascender a Jesús. Luego no tendrían ninguna
duda de que Él era Dios y que su morada está en el cielo. Luego de su
resurrección, después de estar cuarenta días con sus discípulos (1.3), Jesús
ascendió al cielo. Dos ángeles anunciaron a los discípulos que un día Jesús
volvería de la misma forma en que se fue: corporal y visiblemente.
Después
de la ascensión de Cristo al cielo, los apóstoles regresaron de inmediato a
Jerusalén y se reunieron para orar. Jesús les dijo que el Espíritu Santo
vendría sobre ellos dentro de no muchos días, de manera que tenían que esperar
en oración.
Mientras
los apóstoles esperaban, hacían lo que podían: oraban, buscaban la dirección de
Dios y se organizaban. Esperar a Dios para trabajar no significa sentarse sin
hacer nada. Debemos hacer lo que podamos, mientras podamos, teniendo cuidado de
no adelantarnos a Dios.
Fueron
muchos los que siguieron a Jesús en forma constante durante su ministerio en la
tierra. Los doce apóstoles formaron parte de su círculo íntimo, pero otros
tuvieron igual nivel de amor y entrega.
Los
apóstoles tuvieron que buscar a un creyente que ocupara el puesto vacante de
Judas Iscariote. Bosquejaron un criterio específico para hacer la elección y
esta recayó sobre Matías.
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