domingo, 28 de abril de 2019

Tiempo... Hechos 18. 1; 9 - 10



TIEMPO DE REFLEXIÓN

"Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto."
Hechos 18. 1


"Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla y no calles, porque yo estoy contigo y nadie pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad." Hechos 18. 9 – 10.

Hoy se puede viajar desde Atenas hasta Corinto en poco tiempo. Pero Pablo probablemente lo hizo a pie. Seguramente se demoró mucho tiempo para recorrer esa distancia.
La ciudad de Corinto probablemente era la ciudad más perversa de aquel entonces. Era la Sodoma y la Gomorra del Imperio Romano. Era el lugar a donde uno iría para divertirse, traspasando todos los límites morales. Allí se ofrecían todos los placeres sensuales. Hoy aún pueden verse allí las ruinas de un gran baño romano. En la distancia están las ruinas del templo que había sido dedicado a Afrodita (o Venus). Había allí unas mil llamadas vírgenes. Porque, en realidad, éstas no eran vírgenes sino prostitutas. El sexo, pues, era una parte esencial de la religión. Y había allí grandes teatros y otros centros de entretenimiento y la gente venía de todas partes del Imperio.
Pablo pues, entró en Corinto durante su segundo viaje misionero y nuevamente, en su tercer viaje misionero, tuvo uno de sus ministerios más efectivos.
Mientras que Éfeso era un centro de la religión; Corinto era un centro de pecado, de expresión de todas las pasiones humanas. Ambas ciudades eran grandes centros del comercio. Allí llegó Pablo procedente de Atenas. 
Corinto era el último lugar donde uno esperaría que el Señor tuviera un pueblo numeroso.
Cuando uno observa estas grandes ciudades de nuestros países, donde se puede apreciar todo tipo de corrupción y de pecado, es difícil imaginar que el Señor pueda tener un pueblo numeroso en esas ciudades. Sin embargo, esto fue lo que ocurrió aquí en Corinto. Dijo el Señor: "Tengo mucho pueblo en esta ciudad". Ahora, Pablo ya había estado en Corinto por mucho tiempo y estamos seguros de que se sentía inquieto y estaría preguntándose si merecía la pena concentrarse en esta ciudad. Cuando él se enfrentó con esta oposición, habrá estado dispuesto a dirigirse a otra parte.
Sin embargo, el Señor mismo intervino y retuvo a Pablo. Le dijo que quería que se quedase allí, porque muchos en esa ciudad pertenecerían a Su pueblo. 
Y aun hoy hay muchos que Dios quiere rescatar y que sean parte de Su pueblo.
Dios les bendiga abundantemente.

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