sábado, 20 de abril de 2019

Tiempo... Hechos 10. 1 - 6



TIEMPO DE REFLEXIÓN

"Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana.
Cornelio era piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo y oraba siempre a Dios. Éste vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios entraba donde él estaba y le decía: ¡Cornelio! Él, mirándolo fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios. Envía, pues, ahora hombres a Jope y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro. Éste se hospeda en casa de cierto Simón, un curtidor que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que es necesario que hagas."  Hechos 10. 1 – 6


Este centurión era un oficial del ejército romano, un soldado profesional. Era un hombre de influencia. También tenía una influencia grande sobre su propia familia, e influía sobre todos en su derredor. Al parecer, era un buen hombre, desde cualquier punto de vista. Hoy en día, muchos le considerarían un cristiano de los más buenos, un hombre sobresaliente. Pero en realidad no era cristiano. No había escuchado el Evangelio. Nunca había aceptado a Jesucristo como su Salvador.
Este es un ejemplo de un hombre que vivía según la luz espiritual que tenía. Juan 1.9 dice así, acerca de Jesús: "Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo". Este centurión romano no había conocido a Jesucristo ni había entrado en Su presencia. Pero vivía según la luz que tenía. A esto se refirió Pablo en Romanos 1.19 y 20 cuando dijo: "Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Lo invisibles de él, su eterno poder y su deidad, se hace claramente visible desde la creación del mundo, y se puede discernir por medio de las cosas hechas. Por lo tanto, no tienen excusa".
Ahora, ¿cómo haría Dios para que le llegase el Evangelio a Cornelio? Los obstáculos parecían insuperables. La iglesia en aquel entonces, y por los primeros 8 años, estuvo integrada enteramente por Israelitas. Estos judíos cristianos acostumbraban a ir al templo y todavía cumplían muchas costumbres judías. Podían seguir haciendo esto aun estando en la época de la gracia, porque estaban confiando en Cristo. Más tarde el Evangelio penetró en Samaria.
Fue Simón Pedro, quien abriría la puerta a los no judíos. Dios usó al fanático con más prejuicios; a la persona más intolerante; al extremista más grande de aquel grupo de cristianos, para llevar a cabo este plan.
El Espíritu Santo dirigió todos los movimientos encaminados a hacer que el Evangelio llegara a los no judíos.
Las oraciones de Cornelio habían llegado delante de Dios y, en consecuencia, Dios le trajo el Evangelio. 
Dondequiera que haya una persona que busque a Dios así como lo buscó Cornelio, esa persona va a escuchar el Evangelio de la gracia de Dios. 
Dios les bendiga abundantemente.

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