LECTURA DIARIA:
Juan capítulo 18
Los alguaciles de los principales sacerdotes y de los
fariseos quizás eran miembros de la guardia del templo; eran judíos a quienes
los líderes religiosos delegaron autoridad para efectuar arrestos en casos de
infracciones menores.
Los soldados tal vez hayan sido una pequeña compañía de soldados romanos que no participaron del arresto, sino que acompañaron a la guardia del templo para asegurarse de que la situación no se descontrolara.
Los soldados tal vez hayan sido una pequeña compañía de soldados romanos que no participaron del arresto, sino que acompañaron a la guardia del templo para asegurarse de que la situación no se descontrolara.
A partir del arresto de Jesús, la vida de cada uno sería
radicalmente diferente. Judas traicionó abiertamente a Jesús delante de los
otros discípulos.
Después de comer la cena de Pascua en el aposento alto,
Jesús y sus discípulos fueron al Getsemaní, lugar donde la guardia del templo,
guiado por Judas, arrestaría a Jesús. De ahí lo llevarían a la casa de Caifás
para el primero de sus muchos juicios.
Anás y Caifás fueron sumos sacerdotes. De acuerdo con la
ley judía, esta posición era vitalicia. Por lo tanto, muchos judíos seguían
considerando a Anás como sumo sacerdote y lo seguían llamando por ese título.
Pero, aunque Anás seguía teniendo mucha autoridad entre los judíos, Caifás
tomaba las decisiones finales. Tanto Caifás como Anás se interesaban más por
sus ambiciones políticas que por su responsabilidad de guiar al pueblo hacia
Dios. A pesar de ser líderes religiosos, se volvieron malvados. En su condición
de líderes espirituales, debieran haber sido sensibles a la revelación de Dios.
Debieran haber sabido que Jesús era el Mesías del cual hablaban las Escrituras
y debieran haber conducido al pueblo hacia Él.
Los líderes religiosos sabían que no tenían de qué acusar
a Jesús, así que trataron de acumular evidencias en su contra mediante el uso
de falsos testigos
Los otros Evangelios dicen que las tres negaciones de
Pedro ocurrieron cerca de un fuego en el patio exterior del palacio de Caifás.
En el relato de Juan la primera negación aparece afuera de la casa de Anás y
las otras dos afuera de la casa de Caifás. Es probable que hayan ocurrido en el
mismo patio. Este hecho cumplió las palabras que Jesús dijo a Pedro después que
él prometiese que jamás lo negaría.
Pilato, tuvo a su cargo a Judea (la región donde estaba
localizada Jerusalén) Pilato no era popular entre los judíos porque saqueó el
tesoro del templo buscando dinero para construir un acueducto. Cuando Jesús,
estuvo de pie ante él, Pilato lo halló inocente. Pilato sabía lo que ocurría;
sabía que los líderes religiosos odiaban a Jesús y no quería servirles de
verdugo. No podían condenarlo a muerte, el permiso debía venir de un líder
romano. Pero Pilato en un inicio se negó a sentenciar a Jesús sin evidencia
suficiente. La vida de Jesús pasó a ser un peón en la lucha del poder político.
Pilato intentó dejar que los demás decidiesen por él y al
final salió perdiendo. La crucifixión era un método común de ejecución para
criminales que no eran ciudadanos de Roma.
Jesús fue llevado del juicio ante el Sanedrín judío al
juicio ante el procurador romano Pilato, en la Torre Antonia. Pilato lo envió a
Herodes, pero este no demoró en mandarlo a Pilato. Respondiendo a las amenazas
de la turba, Pilato por último accedió a que Jesús fuera crucificado.
Pilato formuló a Jesús una pregunta directa y este
respondió con claridad. Jesús es un Rey, pero un rey cuyo Reino no es de este
mundo. Al parecer, en la mente de Pilato no había duda de que Jesús decía la
verdad y era inocente de cualquier delito. También parece evidente que a pesar
de reconocer la verdad, Pilato decidió rechazarla.
Barrabás era un rebelde contra Roma y, a pesar de haber
cometido homicidio, quizás era un héroe entre los judíos. Los judíos detestaban
que Roma los gobernase y tener que pagar impuestos al despreciado gobierno. A
Barrabás, que dirigió una rebelión fallida, lo liberaron en lugar de Jesús, el único
que en verdad podía ayudar a Israel.
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