TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Pero
algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del
Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por
Jesús, el que predica Pablo. Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de
los sacerdotes, que hacían esto.
Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A
Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre
en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más
que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa, desnudos y heridos. Y
esto fue notorio a todos los que habitaban en Efeso, así judíos como griegos; y
tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús”. Hechos 19. 13 – 17.
En
aquel tiempo, había exorcistas Judíos que practicaban su oficio con muchas
supersticiones y ceremonias. Aquí, un grupo de Judíos exorcistas
ambulantes trataron de imitar lo que creyeron que era una fórmula de Pablo
para el éxito.
Si
resistimos al diablo por la fe en Cristo, él huirá de nosotros, pero si
pensamos en resistirle usando el nombre de Cristo, o sus obras como conjuro o
encantamiento, satanás nos vencerá.
Los Judíos
exorcistas fracasaron, porque no tenían una relación personal con Jesús. Solo
sabían que Jesús era el Dios de Pablo, no su propio Dios.
Los
hijos de Esceva no tenían derecho a usar el nombre de Jesús, porque
no tenían una verdadera conexión personal con Él.
Con
el mismo patrón, hay muchas personas, muchos
que asisten a la iglesia, que no tienen una relación personal con Jesús. Solo
conocen al “Jesús del que el pastor predica” o al “Jesús en el que cree un
familiar o un amigo” en vez del Jesús de su propia salvación.
“Pero
respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero
vosotros, ¿quiénes sois?”
El
espíritu malo sabía exactamente quién era Jesús, y sabía exactamente quién era
Pablo. Pero no conocía quiénes eran los siete hijos de Esceva.
Los
espíritus malignos saben quiénes son sus enemigos (en este caso, Jesús y Pablo),
y ellos no pierden su tiempo ni esfuerzo en conocer a aquellos que no son una
amenaza para ellos (en este caso, los siete hijos de Esceva).
Como
los siete hijos de Esceva no tenían una relación real con Jesús, no
tenían ningún poder espiritual contra el espíritu malo. Salieron del
encuentro, desnudos y heridos. Fue peligroso para ellos tomar a la ligera
la realidad de la guerra espiritual.
Muchos
hoy en día también toman la guerra espiritual a la ligera y entran en ella sin
las armas espirituales y el poder del Espíritu Santo, el cual nos da la
victoria. (2 de Corintios 2. 14).
Dios
les bendiga abundantemente.
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