lunes, 29 de abril de 2019

Tiempo... Hechos 19. 13 - 17



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto.
Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa, desnudos y heridos. Y esto fue notorio a todos los que habitaban en Efeso, así judíos como griegos; y tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús”.   Hechos 19. 13 – 17.

En aquel tiempo, había exorcistas Judíos que practicaban su oficio con muchas supersticiones y ceremonias. Aquí, un grupo de Judíos exorcistas ambulantes trataron de imitar lo que creyeron que era una fórmula de Pablo para el éxito.
Si resistimos al diablo por la fe en Cristo, él huirá de nosotros, pero si pensamos en resistirle usando el nombre de Cristo, o sus obras como conjuro o encantamiento, satanás nos vencerá.
Los Judíos exorcistas fracasaron, porque no tenían una relación personal con Jesús. Solo sabían que Jesús era el Dios de Pablo, no su propio Dios.
Los hijos de Esceva no tenían derecho a usar el nombre de Jesús, porque no tenían una verdadera conexión personal con Él.
Con el mismo patrón, hay muchas personas,  muchos que asisten a la iglesia, que no tienen una relación personal con Jesús. Solo conocen al “Jesús del que el pastor predica” o al “Jesús en el que cree un familiar o un amigo” en vez del Jesús de su propia salvación.
“Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?” 
El espíritu malo sabía exactamente quién era Jesús, y sabía exactamente quién era Pablo. Pero no conocía quiénes eran los siete hijos de Esceva. 
Los espíritus malignos saben quiénes son sus enemigos (en este caso, Jesús y Pablo), y ellos no pierden su tiempo ni esfuerzo en conocer a aquellos que no son una amenaza para ellos (en este caso, los siete hijos de Esceva).
Como los siete hijos de Esceva no tenían una relación real con Jesús, no tenían ningún poder espiritual contra el espíritu malo. Salieron del encuentro, desnudos y heridos. Fue peligroso para ellos tomar a la ligera la realidad de la guerra espiritual.
Muchos hoy en día también toman la guerra espiritual a la ligera y entran en ella sin las armas espirituales y el poder del Espíritu Santo, el cual nos da la victoria. (2 de Corintios 2. 14).
Dios les bendiga abundantemente.

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