LECTURA
DIARIA:
Hechos
capítulo 7
El
sumo sacerdote era quizás Caifás, el mismo que cuestionó y condenó antes a
Jesús. Esteban dio inicio a una extensa exposición acerca de la relación de
Israel con Dios.
De la historia del Antiguo Testamento mostró que los judíos
una vez tras otra rechazaron el mensaje de Dios y sus profetas, y que este
concilio negó al Mesías, el Hijo de Dios.
Esteban
no se defendió. En lugar de ello tomó la ofensiva, aferrándose a la oportunidad
para resumir sus enseñanzas acerca de Jesús. Esteban acusó a los líderes
religiosos por fallar en obedecer las leyes de Dios, las leyes que ellos con
orgullo manifestaban seguir meticulosamente. Esta fue la misma acusación que
Jesús elevó en contra de ellos.
El
mensaje de Esteban resumió la historia de Israel, expresando cómo el pacto se
tomó en cuenta a través del tiempo. Esteban señaló que Dios siempre respetó la
parte que le correspondía en la promesa hecha, pero Israel falló una y otra vez
hasta el final. A pesar de que los judíos contemporáneos de Esteban seguían
adhiriéndose a la ceremonia de la circuncisión, eran negligentes en obedecer.
Los corazones de la gente estaban lejos de Dios. Su falta de fe y desobediencia
significan su fallo en guardar la parte del pacto que le correspondía.
A
pesar de las continuas fallas en su pueblo escogido y los turbulentos
acontecimientos del mundo, Dios fue elaborando su plan. El punto de Esteban era
que la Ley dada a través de Moisés a los judíos era la señal del pacto. Por
obediencia, continuarían siendo el pueblo del pacto de Dios. Pero como
desobedecieron, rompieron el pacto y perdieron el derecho a ser el pueblo escogido.
A Esteban lo acusaron de hablar en contra del templo. A pesar de reconocer la
importancia del mismo, sabía que no era más importante que Dios. Dios no está
limitado; Él no vive solo en un santuario, sino donde hayan corazones de fe dispuestos
a recibirle.
Esteban
vio la gloria de Dios y a Jesús el Mesías a la diestra del Altísimo. Las
palabras de Esteban son similares a las que Jesús dijo ante el concilio. La
visión de Esteban ratificó las palabras de Jesús y encolerizó a los dirigentes
judíos que condenaron a Jesús a la muerte por blasfemia. No toleraron las
palabras de Esteban, por eso lo sacaron de la ciudad y le apedrearon.
La
pena por blasfemia, hablar con irreverencia de Dios, era morir apedreado. Los
furiosos líderes religiosos, sin juicio ni veredicto, apedrearon a Esteban. No
entendían que las palabras de Esteban eran ciertas porque no buscaban la
verdad. Solo querían defender sus puntos de vista.
La
muerte de Esteban no fue en vano. Aparece aquí en los últimos versículos el
nombre de Saulo, en ese momento un perseguidor de la iglesia, y que luego se
convertiría en el gran siervo de Dios, el apóstol Pablo.
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