TIEMPO
DE REFLEXIÓN
"Aconteció
al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y
los escribas, y el sumo sacerdote Anás, y Caifás, Juan, Alejandro y todos los
que eran de la familia de los sumos sacerdotes; y poniéndolos en medio, les
preguntaron: ¿Con qué potestad o en qué nombre habéis hecho vosotros esto?
Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo y
ancianos de Israel" Hechos
4. 5 – 8
"Este
Jesús es la piedra rechazada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a
ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro
nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos." Hechos 4. 11 – 12.
Pedro
y Juan fueron traídos ante el Sanedrín. Esto ocurrió después que el cojo había
sido sanado y Pedro había predicado su segundo sermón. El Sanedrín quiso
entonces saber con qué poder y en qué nombre hacían ellos estas cosas.
Pedro
fue lleno del Espíritu Santo, lo cual le capacitó para anunciar el Evangelio
por medio de la predicación.
Esto
es algo que debiéramos buscar; es algo que debiéramos anhelar.
Pedro
destacó dos cosas en cuanto al Señor Jesús. La primera, que fue crucificado y
que resucitó de los muertos. Y la segunda, que Jesucristo era la piedra, la roca.
En Mateo 16.18, vemos que Jesús había dicho: ". . . sobre esta roca
edificaré mi iglesia". Ahora, ¿Quién era la roca? La Roca era Cristo
mismo. Observemos que Pedro dijo: "Este Jesús es la piedra". ¿Cuál
era la piedra? ¿Era la Iglesia, o era Simón Pedro? No. Era el Señor Jesucristo.
Como Pedro mismo diría en su primera carta 2.7, Jesús, la piedra que los
constructores despreciaron, se ha convertido en la piedra principal del
edificio. Esto ha sido logrado por medio de la resurrección. Es evidente que la
resurrección es el hecho central en la predicación del evangelio.
Recordemos
que la pregunta fue: ¿Con qué poder y en qué nombre habéis hecho estas cosas? Y
después de explicar la fuente del poder, Pedro se refirió al nombre. Es decir
que Pedro recordó el nacimiento de Jesús las instrucciones del ángel, en el
capítulo 1 del evangelio según San Mateo, versículo 21, cuando el ángel habló
con José y le dijo: "Y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su
pueblo de sus pecados". Estimado oyente, Él es el Salvador. Éste fue su
nombre desde el principio.
Cuando
uno acepta este nombre, lo hace aceptando todo lo que Su persona implica. Y
Pedro lo dejó en claro.
No
hay otro nombre bajo el cielo que pueda salvarnos. La ley no nos puede salvar.
La religión tampoco nos puede salvar. Una ceremonia tampoco puede salvarnos.
Solo
uno, el nombre de Jesús nos puede salvar. Jesús es el nombre de aquella persona
que descendió a esta tierra para salvar a Su pueblo de sus pecados. Cuando
alguien acude a Él por fe, esa persona se salva. No hay otro a quien acudir
para poder obtener la salvación. Si acudimos a Él, si confiamos en Cristo,
entonces seremos salvo. Ese paso garantiza la salvación.
¿No
es interesante que en la larga historia de este mundo, y entre todas las religiones
del mundo, con todo el dogmatismo que estas religiones presentan, ninguna de
ellas puede ofrecer la certeza de una salvación segura?
Y
éste fue también el gran mensaje de Pedro, mensaje que dio mientras estaba
lleno del Espíritu Santo.
Dios
les bendiga abundantemente.
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