lunes, 22 de abril de 2019

Tiempo... Hechos 12. 11 - 15



TIEMPO DE REFLEXIÓN

"Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel y me ha librado de la mano de Herodes y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba.
Al darse cuenta de esto, llegó a casa de María, la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos. Muchos estaban allí reunidos, orando. Cuando Pedro llamó a la puerta del patio, salió a atender una muchacha llamada Rode la cual, al reconocer la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que corriendo adentro dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta. Ellos le dijeron: ¡Estás loca! Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel!" 
Hechos 12. 11 – 15.

La iglesia en aquel entonces, no tenía edificios así como los tenemos hoy. Hoy cuando hablamos de una iglesia, por lo general nos referimos a un edificio. Pero la iglesia, según la Biblia, es el cuerpo de creyentes. En el principio, se congregaban en las casas de los creyentes en Cristo.
Al parecer, la madre de Juan Marcos era una mujer con recursos y debe haber tenido una casa lo suficientemente grande como para que se reunieran allí todos los miembros de la iglesia. Y estaban todos reunidos allí aquella misma noche orando a Dios para que Pedro fuera liberado. 
Aquellos eran días de persecución y cuando Pedro tocó a la puerta era importante saber quién estaba llamando a la puerta.
Esta muchacha estaba tan agitada al escuchar solo la voz de Pedro que simplemente lo dejó esperando fuera, mientras ella corría hacia donde la congregación estaba orando.
Ella les dijo que Pedro estaba a la puerta, y ellos le dijeron que ella estaba loca. Ellos no creían que allí a la puerta estuviera una especie de ángel guardián de Pedro. Creían que era su espíritu. En otras palabras, creyeron que Pedro había muerto, que había sido ejecutado por Herodes.
La iglesia había estado orando para que Simón Pedro fuera puesto en libertad. Pero cuando fue liberado, no lo creyeron.
Así sucede muchas veces con nuestras oraciones.
Cuando recibimos una respuesta a una oración, nos alegramos mucho y hablamos tanto de ella y nos comportamos como si en verdad estuviéramos sorprendidos; porque en realidad no esperábamos ninguna contestación. Y quedamos realmente asombrados. Sin embargo, Dios oye y contesta nuestras oraciones. ¡Cuán bondadoso es Dios!
Dios les bendiga abundantemente.

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