martes, 16 de abril de 2019

Leyendo... Hechos capítulo 6



LECTURA DIARIA:
Hechos capítulo 6

Otro problema interno se presentó en la iglesia primitiva. Los judíos hebreos, judeocristianos nativos, hablaban arameo, un idioma semita.
Los cristianos de habla griega tal vez eran judíos de otras tierras que se convirtieron en Pentecostés. Los cristianos de habla griega murmuraban sobre el trato injusto hacia sus viudas. Quizás este favoritismo no fue intencional, pero se originó por la barrera del idioma. Para resolver el problema, los apóstoles buscaron siete hombres respetados de habla griega que se encargaran del plan de distribución de alimentos. Esto puso punto final al problema y permitió a los apóstoles concentrarse en su ministerio de la enseñanza y predicar las buenas nuevas acerca de Jesús.
"Los doce" son los once discípulos originales y Matías, el que se eligió para ocupar el lugar de Judas Iscariote.
A medida que la iglesia primitiva crecía en tamaño, sus necesidades también aumentaban. Una de ellas fue la de organizar la distribución de alimentos a los necesitados. Los apóstoles necesitaron enfocar toda su atención en la predicación, de manera que eligieron a otros para que administraran el programa de alimentos.
Esta tarea administrativa no se tomó a la ligera, los requerimientos para los hombres que se encargaran del programa de alimentación, lo muestran, de buen testimonio y llenos del Espíritu Santo y de sabiduría.
Las prioridades de los apóstoles fueron adecuadas. El ministerio de la Palabra nunca debe descuidarse debido a preocupaciones administrativas. Nunca se debe tratar ni esperar que los pastores lo hagan todo. La labor de la iglesia debe compartirse entre todos los miembros.
El liderazgo espiritual es muy serio y no debe tomarse a la ligera, ya sea por la iglesia o por sus líderes. En la iglesia primitiva, los apóstoles ordenaron o comisionaron (separados en oración y con imposición de manos) a los escogidos. Imponer las manos sobre alguien, en la práctica judía antigua, simbolizaba apartar a una persona para que cumpliera un servicio especial.  Jesús dijo a los apóstoles que debían ser testigos primero en Jerusalén. En poco tiempo, su mensaje se infiltró en la ciudad entera y en todos los niveles sociales. Inclusive algunos sacerdotes se convirtieron, yendo en contra de las directivas del concilio judío y poniendo en peligro su posición.
La Palabra de Dios se propagaba como ondas en un estanque, desde un centro único, cada una tocando la próxima, con mayor amplitud y alcance.
El requisito más importante para cualquier clase de servicio cristiano es estar lleno de fe y del poder del Espíritu Santo. Por el poder del Espíritu, Esteban, uno de los diáconos elegidos, fue un buen administrador, obrero milagroso y evangelista.
Los llamados libertos eran un grupo de judíos esclavos liberados por Roma y tenían su propia sinagoga en Jerusalén. Estos hombres mintieron en contra de Esteban, causando su arresto y presentación ante el concilio judío. Los
saduceos eran el partido dominante en el concilio judío, aceptaban y estudiaban solamente los libros de Moisés (Génesis a Deuteronomio). Desde su punto de vista, hablar blasfemia en contra de Moisés era un crimen. Por el mensaje de Esteban (capítulo 7) entendemos que esta acusación era falsa. Esteban basó su resumen de la historia israelita en los escritos de Moisés.  Cuando llevaron a Esteban ante el Sanedrín (concilio de líderes religiosos), la acusación en su contra fue la misma que los líderes religiosos usaron contra Jesús (Mateo 26.59-61). Acusaron falsamente a Esteban de querer echar a un lado la Ley de Moisés porque sabían que los saduceos, quienes controlaban el concilio, creían solo en ella.

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