LECTURA
DIARIA:
Hechos
capítulo 6
Otro
problema interno se presentó en la iglesia primitiva. Los judíos hebreos,
judeocristianos nativos, hablaban arameo, un idioma semita.
Los cristianos de
habla griega tal vez eran judíos de otras tierras que se convirtieron en
Pentecostés. Los cristianos de habla griega murmuraban sobre el trato injusto
hacia sus viudas. Quizás este favoritismo no fue intencional, pero se originó
por la barrera del idioma. Para resolver el problema, los apóstoles buscaron
siete hombres respetados de habla griega que se encargaran del plan de
distribución de alimentos. Esto puso punto final al problema y permitió a los
apóstoles concentrarse en su ministerio de la enseñanza y predicar las buenas
nuevas acerca de Jesús.
"Los
doce" son los once discípulos originales y Matías, el que se eligió para
ocupar el lugar de Judas Iscariote.
A
medida que la iglesia primitiva crecía en tamaño, sus necesidades también
aumentaban. Una de ellas fue la de organizar la distribución de alimentos a los
necesitados. Los apóstoles necesitaron enfocar toda su atención en la
predicación, de manera que eligieron a otros para que administraran el programa
de alimentos.
Esta
tarea administrativa no se tomó a la ligera, los requerimientos para los
hombres que se encargaran del programa de alimentación, lo muestran, de buen
testimonio y llenos del Espíritu Santo y de sabiduría.
Las
prioridades de los apóstoles fueron adecuadas. El ministerio de la Palabra
nunca debe descuidarse debido a preocupaciones administrativas. Nunca se debe
tratar ni esperar que los pastores lo hagan todo. La labor de la iglesia debe
compartirse entre todos los miembros.
El
liderazgo espiritual es muy serio y no debe tomarse a la ligera, ya sea por la
iglesia o por sus líderes. En la iglesia primitiva, los apóstoles ordenaron o
comisionaron (separados en oración y con imposición de manos) a los escogidos.
Imponer las manos sobre alguien, en la práctica judía antigua, simbolizaba
apartar a una persona para que cumpliera un servicio especial. Jesús dijo a los apóstoles que debían ser testigos
primero en Jerusalén. En poco tiempo, su mensaje se infiltró en la ciudad
entera y en todos los niveles sociales. Inclusive algunos sacerdotes se
convirtieron, yendo en contra de las directivas del concilio judío y poniendo
en peligro su posición.
La
Palabra de Dios se propagaba como ondas en un estanque, desde un centro único,
cada una tocando la próxima, con mayor amplitud y alcance.
El
requisito más importante para cualquier clase de servicio cristiano es estar
lleno de fe y del poder del Espíritu Santo. Por el poder del Espíritu, Esteban,
uno de los diáconos elegidos, fue un buen administrador, obrero milagroso y
evangelista.
Los
llamados libertos eran un grupo de judíos esclavos liberados por Roma y tenían
su propia sinagoga en Jerusalén. Estos hombres mintieron en contra de Esteban,
causando su arresto y presentación ante el concilio judío. Los
saduceos
eran el partido dominante en el concilio judío, aceptaban y estudiaban
solamente los libros de Moisés (Génesis a Deuteronomio). Desde su punto de
vista, hablar blasfemia en contra de Moisés era un crimen. Por el mensaje de
Esteban (capítulo 7) entendemos que esta acusación era falsa. Esteban basó su
resumen de la historia israelita en los escritos de Moisés. Cuando llevaron a Esteban ante el Sanedrín
(concilio de líderes religiosos), la acusación en su contra fue la misma que
los líderes religiosos usaron contra Jesús (Mateo 26.59-61). Acusaron
falsamente a Esteban de querer echar a un lado la Ley de Moisés porque sabían
que los saduceos, quienes controlaban el concilio, creían solo en ella.
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