martes, 24 de octubre de 2017

Un momento... REDIMIENDO RELACIONES

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UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
REDIMIENDO RELACIONES.

Cuando el hombre y la mujer cayeron en pecado. El hombre y no la mujer fue quien es llamado primero por DIOS a dar cuentas. ¿Por qué? Porque el hombre era el responsable. La mujer era su “ayudante”. Esto no significa que la mujer no tuviera culpa sino que la mayor culpa era del varón. En la carta a los Romanos dice que “el pecado entró al mundo por un hombre” (Romanos 5.12), y por la desobediencia de un hombre todos fueron constituidos pecadores (Romanos 5.19)
Luego de interrogar al hombre por el pecado cometido, DIOS se dirigió a la mujer y le preguntó porque había desobedecido. La respuesta de la mujer fue que la serpiente (satanás) la había engañado. La Biblia nos relata la manera en que la serpiente engañó la mujer. Simplemente sembró la duda en su corazón al cuestionar lo que DIOS había dicho. La serpiente dijo a la mujer “¿conque DIOS ha dicho?” Seguidamente DIOS se dirigió a la serpiente y le impuso sentencia.
Es de suma importancia notar que a la hora de llamar a cuentas DIOS comenzó con quien más autoridad tenía, siguió con la mujer, la ayudante del hombre y segunda en autoridad y luego terminó con quien menos autoridad tenía. A la hora de sentenciar el proceso fue al revés. DIOS comenzó con quien menos autoridad tenía, la serpiente, siguió con la mujer en segundo lugar y luego terminó con el hombre.
Tanto el hombre como la mujer tuvieron su castigo. El hombre tendría dificultad en “su labor” y la mujer también tendría dificultad en “su labor” y para ambos sería una tarea dolorosa. 
La labor principal del hombre era “cuidar la tierra” y la labor primordial de la mujer era “cuidar los hijos”. Es interesante que aun en nuestro día cuando una mujer va a dar a luz un hijo, se le llama “labor” cuando esta de parto. 
Cuando DIOS le da el castigo a la mujer, además de multiplicar sus dolores de parto, también le dice: “y con todo, tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti” (Génesis 3.16). Los estudiosos de este verso concluyen que en el se expresa una lucha de poder entre el hombre y la mujer a causa del pecado. El orden de autoridad establecido por DIOS desde el principio había sido revertido por la mujer y ahora ella desearía el lugar de su esposo pero él dominaría sobre ella.
Por medio del evangelio DIOS está redimiendo al hombre de su pecado y su maldad. No solamente nos salva y nos perdona por nuestros pecados pasados sino que ahora también nos llama a redimir todo lo que está torcido. El hombre debe ser transformado por el poder del Espíritu Santo. El que mentía, ya no mienta. El que robaba, deje de robar. Así también la relación del hombre y la mujer debe reflejar la relación de Cristo y la Iglesia.
El llamado es a que el hombre ‘ame’ a su esposa, no que se enseñoree sobre ella y que la mujer se someta a su marido (Efesios 5. 22). De esta manera se muestra la relación solemne que existe entre Cristo y su esposa (la iglesia). Cuando la mujer no se sujeta a su marido sino que sigue teniendo ‘dominio’ sobre él, está violando lo establecido por DIOS. 
Cuando el hombre no ama a su esposa sino que la maltrata y humilla, está desobedeciendo.
El Apóstol Pablo le explica a la iglesia de Corinto la importancia de mantener los roles apropiados. En Gálatas el dice que no hay diferencia entre el hombre y la mujer cuando se trata de la salvación (Gálatas 3.28). 
En 1 Corintios 11 también se enfatiza este principio de igualdad (versículo 11). Sin embargo, para darle la gloria a DIOS es importante seguir los roles de cada uno y el comportamiento bíblico entre el hombre y la mujer. 
DIOS ha creado grados de autoridad a fin de que su creación funcionara normalmente. 
También deben existir grados de autoridad, aun en el matrimonio, sin embargo no deben existir grados de superioridad. DIOS creó hombres y mujeres con características únicas y complementarias. Un sexo no es mejor que el otro. 
No debemos permitir que el asunto de la autoridad y la sumisión se conviertan en un arma para destruir la unidad matrimonial. En cambio, debemos usar nuestros dones únicos para fortalecer nuestros matrimonios y glorificar a DIOS.
Dios les bendiga abundantemente.

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