Este capítulo relata el comienza de una de las amistades más profundas descritas en la Biblia, Jonathan y David, tenían personalidades muy parecidas y esto ayudo a que tuvieron una amistad muy profunda.
Estos acontecimientos ocurren bastante tiempo después de que David dejara de prestar servicios como músico en la corte y regresara a su casa, evidentemente, a causa de una mejoría en la salud de Saúl.
Dios ordena a Samuel ungir un nuevo rey. Este seria uno de los hijos de Isaí de Belén, nieto de Rut y Booz, se hallaba en la línea del pacto de Abraham. Belén estaba aproximadamente a 16 km de Ramá en territorio de Judá, lo cual colocaba a la monarquía dentro de la línea de la profecía de Génesis 49.10: «no será quitado el cetro de Judá».
Los amalecitas vivían de atacar a otras naciones para apoderarse de sus riquezas y sus familias. Fueron los primeros en atacar a los israelitas cuando estos entraron en la tierra prometida, y siguieron atacando los campos israelitas cada vez que tenían la oportunidad.
En este capítulo leemos acerca del pobre trabajo que hizo Saúl como líder, no tuvo comunicación con Jonatán, pronunció una maldición insensata e ignoró el bienestar de sus propios soldados.
Este capítulo marca el fin de la era de los jueces, representada en Samuel. El poder político estaba ahora en manos de un rey. Aun el oficio de profeta estaba subordinado al rey.
A lo largo de toda la Escritura el aceite simboliza al Espíritu Santo. Esta es la primera referencia que aparece en la Biblia de alguien ungido con aceite, aparte de los sacerdotes ungidos en el santuario.
Aquí comenzamos la segunda sección del libro de Samuel donde el principal personaje es Saúl. Su padre Quis se describe como un guerrero valiente de la tribu de Benjamín, que era la más pequeña de las tribus pero que demostró atributos de belicosidad y agresividad a través de su historia.
Siendo ya anciano, Samuel designó a sus hijos para ser jueces sobre Israel en su lugar, pero resultaron ser corruptos, muy parecidos a los hijos de Elí.
A pesar del duro trato que recibieron, los filisteos conservaron el arca del pacto por siete meses. En ese tiempo los israelitas no hicieron esfuerzo alguno por recobrar el arca.
Los filisteos, un pueblo no semita que emigró desde Creta, vivía en cinco ciudades localizadas en la parte sudoccidental de Canaán: Gaza, Ascalón, Ecrón, Gat y Asdod.
Con las del capitulo anterior, esta es la cuarta comparación que se establece entre Samuel y los impíos hijos de Elí. La palabra de Jehová escaseaba porque el pecado bloqueaba la revelación de Dios en el centro espiritual de la nación.
La oración de Ana nos muestra que todo lo que tenemos y recibimos es un préstamo de Dios. Ana pudo haber tenido muchas razones para ser una madre posesiva. Pero cuando Dios contestó su oración, ella cumplió su promesa de dedicar a Samuel al servicio de El.
Los libros de 1 y 2 de Samuel formaban originariamente una sola obra, que luego fue dividida en dos partes, debido a la considerable extensión de la misma.
El consejo de Noemí parece extraño, pero no sugería un acto de seducción. En realidad, Noemí instruía a Rut para que actuara de acuerdo con la costumbre y la ley israelitas.
Este capítulo 2 comienza con la presentación de Booz, quien era un pariente de Elimelec el que fuera esposo de Noemí. Se lo describe como un “hombre rico”.
El libro de Rut es un emotivo relato de la lealtad que unió a dos mujeres. Es una narración que rebosa de aprecio por Dios y confianza en sus disposiciones. Es una crónica que pone de relieve el profundo interés de Dios en el linaje mesiánico.
Este capítulo revela que antes de las batallas los israelitas habían jurado no casar a sus hijas con los benjamitas. Fue una promesa poco pensada, formulada en el ardor del momento.
Para decidir qué se debía hacer, los israelitas se reunieron en Mizpa. Llegaron de todo el territorio de Israel, desde Dan en el norte hasta Beerseba en el sur, y también del lado oriental del Jordán.
Cuando se arruinó la fe en Dios de los israelitas, también se arruinó su unidad como nación. Si hubieran obedecido a Dios y confiado en que cumpliría sus promesas, habrían poseído toda la tierra. Pero cuando olvidaron incluirlo a El en sus vidas, perdieron su propósito y muy pronto «cada uno hacía lo que bien le parecía».
El capítulo 17 narra cómo Micaías consiguió una imagen de talla y un levita como sacerdote; Relata cómo los danitas le robaron la imagen y el levita, y los instalaron en su nuevo santuario.