El sacrificio de niños era una práctica común en las religiones antiguas. Los amonitas, vecinos de Israel, ofrecían sacrificios de niños a Moloc (su dios nacional) una parte vital de su religión.
Este capítulo hace énfasis en numerosos mandamientos dados al pueblo sobre la vida religiosa, la buena vecindad, el respeto a los ancianos y a los extranjeros, y el comercio.
El rescate del pueblo de la tierra de Egipto supuso no solamente sacar al pueblo hebreo de allí, sino también la remoción de las prácticas idólatras y paganas del corazón del pueblo.
Los objetivos fundamentales de este capítulo son instruir al sacerdote en la forma correcta de ofrecer expiación para la purificación del pueblo, sobre cómo acercarse a Dios y sobre cómo limpiar el tabernáculo para hacer posible la continua presencia de Dios.
Este capítulo trata de la impureza asociada a las secreciones de los órganos sexuales masculinos y femeninos, y muestra también cómo se contaminan objetos y personas que entran en contacto con gente impura.
Los sacerdotes no podían limpiar a los leprosos, pero cuando el Señor quitaba la plaga, había que observar diversas reglas para darles acceso nuevamente a las ordenanzas de Dios y a la sociedad de su pueblo.
Después de Moisés y Aarón, nadie tenía más probabilidades de ser honrado en Israel que Nadab y Abiú, por eso hay razón para pensar que ellos se llenaron de orgullo.
Las órdenes sobre estas cosas sagradas seguían llegando a Moisés, siendo extraordinarias las circunstancias. Pero él sólo era al medio de comunicar la voluntad divina a los sacerdotes recién constituidos.
Los pecados que aquí se destacan son: 1. El hombre que ocultaba la verdad cuando había jurado como testigo decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.
Holocaustos, ofrendas vegetales y ofrendas de paz se habían ofrecido desde antes que se diera la ley en el monte Sinaí; en ellas los patriarcas tenían que hacer expiación por el pecado.
El Libro de Éxodo nos narra la historia de un pueblo en cautiverio, Levítico nos dice como este pueblo, después de redimido puede allegarse a Dios. La revelación que se encuentra en Levítico fue entregada a Moisés cuando todavía Israel estaba acampando en el Monte Sinaí (Éxodo 27.34) Levítico sigue el hilo de la última parte del Éxodo que describe la construcción del Tabernáculo. El propósito del libro enseñar a Israel a ser un a nación santa; separada en modos y costumbres de las naciones que le rodeaban y consagrada al servicio del único Dios verdadero y viviente. El libro de Levítico menciona cinco tipos de ofrendas, estas son: EL HOLOCAUSTO, LA OBLACIÓN, EL SACRIFICIO DE PAZ, LA EXPIACIÓN POR EL PECADO, Y LA EXPIACIÓN POR EL YERRO En el capítulo 1, las ofrendas comienzan con el holocausto y terminan con la expiación por el yerro. El holocausto es similar al acto mediante el cual nosotros, a través de la sangre de Cristo, nacemos de nuevo y nos convertimos a Dios. El designio general de estas leyes es claro. Los sacrificios tipificaban a Cristo; además eran sombras del deber, carácter, privilegio y comunión del creyente con Dios. El holocausto es una provisión para el pecado original y es figura también de Cristo ofreciéndose sin mancha a Dios. Aquí había holocaustos diarios a Dios, pero Cristo se ofreció una sola vez en lugar del pecador. (Levítico 1.4 comparar con Hebreos 7.14-28). Esta era una ofrenda de dedicación. Este era el sacrificio más común en el templo antiguo. El Holocausto era una ofrenda encendida de olor grato a Dios.
El arca (también llamada el arca del pacto) fue construida para contener las tablas de los Diez Mandamientos. Simbolizaba el pacto de Dios con su pueblo.
LECTURA DIARIA: Éxodo capítulo 35 En este capítulo Dios le recuerda siempre al pueblo el fin y el objeto de todos sus modos de obrar para con ellos; a saber, entrar en Su reposo.
Cuando Dios hizo al hombre a su imagen, la ley moral fue escrita en su corazón por el dedo de Dios, sin medios externos. Pero como el pacto entonces hecho con el hombre fue quebrantado, el Señor ha usado el ministerio de los hombres, tanto para escribir la ley en las Escrituras, como para escribirla en el corazón. Cuando Dios se reconcilió con los israelitas, ordenó que las tablas fuesen renovadas y escribió su ley en ellas. Como señal abierta de su presencia y manifestación de su gloria, el Señor descendió en una nube y, desde allí proclamó su Nombre; esto es, las perfecciones y el carácter denotados por el nombre Jehová. El Señor Dios es misericordioso: pronto para perdonar al pecador y socorrer al necesitado. Piadoso: bueno y dispuesto a conceder beneficios inmerecidos. Tardo para la ira, es longánime, concede tiempo para el arrepentimiento, y sólo castiga cuando es necesario. Él es grande en misericordia y verdad: hasta los pecadores reciben en abundancia las riquezas de su magnificencia aunque abusen de ella. Todo lo que Él revela es verdad infalible, todo lo que promete lo hace con fidelidad. Que guarda misericordia a millares: continuamente Él muestra misericordia a los pecadores hasta el fin del tiempo, y tiene tesoros que no se pueden agotar. Que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado: su misericordia y bondad llegan al perdón pleno y gratuito del pecado. Y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado: la santidad y justicia de Dios son parte de su piedad y amor para con todas sus criaturas. Nadie tiene perdón sino los que se arrepienten y abandonan la práctica intencional de todo pecado; ninguno que abuse, descuide o desprecie esta gran salvación podrá escapar. Al renovar el Pacto, Dios dijo a los israelitas que no se comprometieran con la gente pecaminosa que los rodeaba, sino que entregaran su lealtad absoluta y exclusiva devoción a El. La adoración pagana simplemente no puede ser mezclada con la adoración al Dios santo. Una vez por semana debían reposar aunque sea en la temporada de siembra y de cosecha. Tres veces al año ellos debían presentarse ante el Señor Dios, el Dios de Israel. Aquí se mencionan tres fiestas: -1. La Pascua, que recuerda la liberación desde Egipto. -2. La fiesta de las semanas o fiesta de Pentecostés; agregada a esta está la ley de las primicias. 3. La fiesta de la cosecha o fiesta de los Tabernáculos. -Moisés tenía que escribir estas palabras para que el pueblo las conozca mejor. El rostro de Moisés resplandecía después de haber estado con Dios. El pueblo podía ver con claridad la presencia de Dios reflejada en él.
Dios le dice a Moisés que va a cumplir el pacto con Abraham dándoles Canaán, pero les niega las señales de su presencia con que habían sido bendecidos.
Mientras Moisés estaba en el monte recibiendo la ley de Dios, el pueblo enardecido se dirigió a Aarón. La multitud estaba cansada de esperar el regreso de Moisés.