Jacob,
cuyo nombre fue cambiado posteriormente a Israel, fue el antepasado común de
las doce tribus de Israel, el reino del norte y el reino del sur en conjunto.
A
menudo es más fácil dejarse llevar por la fuerza de las circunstancias o la
opinión del público, que oponerse y convertirse en blanco de críticas y aun de
persecución.
Cuando
los discípulos de Jesús le preguntaron: "¿Qué señal habrá de tu venida, y
del fin del siglo?" Les advirtió: "Muchos falsos profetas se
levantarán, y engañarán a muchos" (Mateo 24.3, 11).
Nuestros
frutos son nuestras acciones: lo que hacemos y los resultados de nuestras decisiones.
El sabio rey Salomón escribió: “Aun el muchacho es conocido por sus hechos, si
su conducta fuere limpia y recta” (Proverbios 20.11)
Todos
los que responden al llamamiento de DIOS, se arrepienten sinceramente y se
bautizan, recibirán el perdón de sus pecados y el don del Espíritu Santo, el
poder espiritual que los faculta para llevar una vida nueva.
Uzías,
Jotam, Acaz y Ezequías, reinaron en Judá y Jeroboam II en Israel (la región
natal de Oseas), lo cual indica que el ministerio de Oseas se prolongó
alrededor de 40 años (755-715 a.C.)
Oseas
fue profeta en el reino del norte (Israel). Sirvió desde 753 hasta 715 a.C.
Bajo Jeroboam II, el reino del norte prosperó materialmente, pero decayó
espiritualmente.
Todo
el que mire los noticieros, o que observe el mundo a su alrededor, debe quedar
asombrado ante la falta de cortesía que se ha impuesto en todas partes.
Como
el capítulo 7, este capítulo precede en orden cronológico al capítulo 5; el
sueño probablemente ocurrió en 551 a.C., cuando Daniel tenía aproximadamente 70
años.
Aunque
los detalles del sueño de Daniel a veces son difíciles de interpretar, el
énfasis principal está claro: La historia seguirá estando llena de
turbulencias.
En
las primeras páginas de la Biblia leemos cómo DIOS renovó la Tierra, y aparece
el concepto de "límites" de esta manera: "Luego dijo Dios: Haya
expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas.
Aunque
Nabucodonosor había sido testigo de milagrosas intervenciones de Dios, y
atribuía al espíritu de los dioses santos (v. 8) el don dado a Daniel para
interpretar sueños, su propio corazón estaba aún lleno de orgullo.
Aunque
la providencia de Dios había establecido a Nabucodonosor como el gobernante más
poderoso de aquella época, y le había concedido grandes privilegios, Dios no
pretendía que los hebreos le rindieran culto a él o a su dios. La estatua de
oro puede que haya sido una efigie de Nabucodonosor o de Bel, su ídolo o
dios-demonio principal.