sábado, 6 de octubre de 2018

Leyendo... Daniel introducción



LECTURA DIARIA:
Daniel introducción

Daniel sirvió como profeta ante los cautivos en Babilonia desde 605 a.C. hasta 536 a.C.
El pueblo de Judá estaba cautivo en una tierra extraña y se sentía descorazonado.
Dios es soberano sobre la historia humana pasada, presente y futura. Debemos pasar menos tiempo preguntándonos cuándo sucederán los acontecimientos futuros y más tiempo aprendiendo la forma en que debemos vivir ahora.
Contemporáneo de Jeremías (627-586) Habacuc (612-588) Ezequiel (593-571)
Daniel nació a la mitad del reino de Josías y creció durante las reformas de ese rey. Durante este tiempo probablemente escuchó a Jeremías, profeta que citó en 9.2. Josías murió en batalla contra Egipto en 609 a.C., y a los cuatro años ya Judá había regresado a sus malas andanzas.
En 605 a.C. Nabucodonosor ocupó el trono de Babilonia. En Septiembre de ese año arrasó con Palestina y puso sitio a Jerusalén, con lo que Judá se convirtió en estado vasallo. Para demostrar su dominio, se llevó cautivos de Jerusalén a muchos de los hombres más sabios y a las mujeres más hermosas. Daniel estaba en este grupo.
Nabucodonosor, el líder supremo de Babilonia, era temido en todo el mundo. Cuando llegaba a un país, la caída del país era inminente. Después de una victoria, los babilónicos solían llevarse a la gente más valiosa a Babilonia y dejar a los pobres detrás para que tomaran cualquier tierra que quisieran y vivieran allí pacíficamente. Este sistema fomentó una gran lealtad por parte de las tierras conquistadas y aseguraba un suministro constante de gente sabia y talentosa para el servicio civil de Babilonia.
A veces Dios permite que su obra sufra. En este caso, los babilónicos irrumpieron en el templo de Dios y se llevaron los utensilios de la adoración al templo de un dios babilónico. Ese Dios puede haber sido Bel, el que los hebreos llamaban Merodac, dios supremo de los babilónicos. Los que amaban al Señor seguramente se sintieron descorazonados y desalentados.
Daniel fue uno de los primeros cautivos llevados a Babilonia, Daniel vivió para ver el primer regreso de los desterrados a Jerusalén en el año 538 a.C. A lo largo de ese tiempo honró a Dios, y Dios lo honró a él. Mientras servía como consejero de los reyes de Babilonia, Daniel era el vocero de Dios ante el Imperio Babilónico. Babilonia era una nación malvada, pero hubiera sido peor sin la influencia de Daniel.
Las dos partes de que consta el libro de Daniel  están formadas por los capítulos 1–6, y la otra por los capítulos 7–12. La primera parte es esencialmente narrativa y tiene un propósito didáctico, orientado a demostrar que la sabiduría y el poder de Dios están infinitamente por encima de toda posibilidad y comprensión humanas. La segunda parte (caps. 7–12) contiene una serie de visiones simbólicas que vienen a ampliar y desarrollar ciertas nociones esbozadas ya en la primera sección; ahora el lenguaje de la exposición es decididamente apocalíptico.
Es evidente que el libro de Daniel fue redactado con el fin inmediato de alentar al pueblo en medio de todas las desdichas y persecuciones sufridas. No obstante, de acuerdo con el sentido general de la literatura apocalíptica, puede afirmarse que el mensaje de esperanza contenido en el libro, y las enseñanzas que se desprenden de él, son totalmente aplicables a cualquier momento y a cualesquiera circunstancias en que se encuentre el pueblo de Dios.

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