martes, 16 de octubre de 2018

Un momento... ¿BASTA DECIR NO?



UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
¿BASTA DECIR NO?

La sociedad proclama dos mensajes de moda: “Sexo libre” y “sexo seguro”. En las escuelas secundarias reparten preservativos gratis a los jóvenes.

En Argentina se está promoviendo la llamada “ley de educación sexual” que no hace otra cosa que desvirtuar y pervertir en los niños el sexo tal como DIOS lo creó.
En los años cincuenta, cuando se enseñaba a los jóvenes a abstenerse de las relaciones sexuales antes del matrimonio, el número de enfermedades de transmisión sexual se contaban con los dedos de una mano. Hoy ascienden a más de 30, y casi un tercio de ellas son incurables. ¡Se adquieren de por vida! Por ejemplo, en 1967 uno de cada 32 estudiantes de secundaria en los Estados Unidos portaba alguna enfermedad venérea. Hoy la cifra es uno de cada cuatro… y las chicas adolescentes en estado de embarazo portan, en promedio, ¡más de dos de esas enfermedades!
En 1980 nadie había oído los términos “VIH” ni “sida”. Hoy, según la Organización Mundial de la Salud, 40 millones de seres en el mundo lo tienen y se calcula en 25 millones las muertes por esta causa desde 1981.
Pero el sida no es la única enfermedad mortal en 1997 murieron más mujeres víctimas de cáncer causado por el virus del papiloma humano (VPH conocido también como verrugas genitales) que por el sida. De hecho, los centros para el control de enfermedades informan que “el VPH es acaso la enfermedad de transmisión sexual más frecuente entre los jóvenes sexualmente activos”.
No es extraño, pues, que DIOS aconseje: “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca” (1 de Corintios 6.18)
La sociedad se ríe de la única solución que realmente funciona; y quienes promueven esta solución son tenidos por anticuados y fanáticos religiosos.
Sin embargo, es la solución que puede servir para los jóvenes,  DIOS nos hizo diferentes de los animales. Tenemos la capacidad de elegir, y dado que sí tenemos ciertos impulsos físicos, nuestra mejor opción es evitar situaciones donde podamos sentirnos tentados a hacer algo que luego lamentaremos. “El prudente ve el mal y se esconde, pero los ingenuos pasan y reciben el daño” (Proverbios 22.3)
La mayoría de los padres aman de verdad a sus hijos y desean lo mejor para ellos. Proveer una red de seguridad mientras sus hijos navegan por las aguas traicioneras de la adolescencia, período que sentará las bases para los próximos 50 años o más de su vida es lo mejor.
Ciertos errores cometidos en la juventud nos acompañan el resto de la vida, y todas las lágrimas y lamentaciones del mundo no podrán borrarlos.
El apóstol Pablo aconsejó a Timoteo, su hijo en la fe, “Huye de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón puro invocan al Señor”.  (2 Timoteo 2.22)
Huir significa escapar, alejarse de algo, no significa luchar con algo, más bien huir de algo. La Biblia no dice que debemos resistir las pasiones con una fe firme; no, Pablo utiliza el verbo “huir”, una palabra definitiva y activa cuando se trata de cómo enfrentar a las pasiones.
Huir sin llevar un rumbo fijo o dirección fija es algo difícil. No obstante, Pablo no dijo que no solamente huyera de algo, sino también que siguiéramos hacia algo; él continuó diciendo: “Sigue la justicia, la fe, el amor y la paz”.
El libertinaje que la sociedad actual ofrece a nuestros jóvenes los lleva a la destrucción y los hace esclavos de sus propios deseos.
La libertad que DIOS nos da es para vida y trae bendición.
Dios les bendiga abundantemente.

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