sábado, 27 de octubre de 2018

Leyendo... Oseas capítulo 8



LECTURA DIARIA:
Oseas capítulo 8

Trataron de establecer su propio gobierno, y aún su propia religión, ajena al verdadero Dios.

Este enemigo que descendía como águila era Asiria que llegaba a atacar a Israel y llevarse cautiva a su gente. El pueblo clamaría a Dios, pero sería demasiado tarde debido a que habían sido tercos al no dejar a sus ídolos.
La semilla de su debilidad producirá una abundante cosecha de sanciones.
La cosecha es el resultado de la siembra de buena semilla en un buen suelo con porciones adecuadas de sol, humedad y fertilizante. Una sola semilla puede producir múltiples frutos en buenas condiciones. Israel, sin embargo, había arrojado su semilla espiritual al aire al dedicarse a actividades que no tenían sustancia. Al igual que el viento que va y viene, su idolatría y sus alianzas con extranjeros no le ofrecieron protección. Al buscar sobrevivir lejos de Dios, se acarreó su propia destrucción. Como poderoso torbellino, el castigo de Dios vendría sobre Israel por medio de los asirios.
Aún un asno montés puede sobrevivir por sí mismo, pero Israel se había hecho dependiente de sus aliados extranjeros. Israel buscó obtener por medio de la compra lo que Dios le había prometido gratuitamente: su protección y provisión.
Añadir altares idólatras aumentó sus transgresiones, en lugar de remitirlas.
Aunque las leyes se escribieron para ellos, Israel las tenía como «cosa extraña».
En Egipto, los israelitas habían sido esclavos. El pueblo no regresaría literalmente de Egipto, sino que regresaría de la esclavitud, esta vez esparcido a todo lo largo y ancho del imperio asirio.

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