martes, 24 de enero de 2017

Leyendo... 1 de Samuel capítulo 12


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LECTURA DIARIA:
1 de Samuel capítulo 12

Este capítulo marca el fin de la era de los jueces, representada en Samuel. El poder político estaba ahora en manos de un rey. Aun el oficio de profeta estaba subordinado al rey.
Samuel siguió sirviendo al pueblo como su sacerdote, profeta y juez, pero Saúl ejercía más y más control político y militar sobre las tribus.
En su discurso de despedida, Samuel les pidió a los israelitas que señalaran cualquiera equivocación que hubiera cometido durante su período como juez. Con esta actitud, Samuel les estaba recordando que podían confiar en que él diría la verdad. Además les estaba recordando que la idea de tener un rey había sido del pueblo, no de él. 
Dios concedió la petición de la nación por un rey, pero sus mandamientos y requerimientos para sus vidas permanecieron iguales. Dios tendría que ser su verdadero rey, y tanto Saúl como el pueblo tendrían que estar sujetos a su ley. Ninguna persona estaría exenta jamás de la ley de Dios. Ningún compromiso humano estaría fuera de la jurisdicción de Dios. 
Samuel traza el contraste entre el rechazo de Dios como su rey y el rey que habían elegido.
La siega del trigo tenía lugar al principio del verano, época del año en que no llovía ni se escuchaban truenos.
La cosecha del trigo llegaba cerca del final de la estación seca, durante los meses de mayo y junio. Debido a que la lluvia caía muy raramente durante este período, una gran tormenta era considerada como un suceso milagroso. Pero la lluvia durante la cosecha del trigo podía dañar las cosechas y hacer que se pudriera rápidamente. Este suceso inusual demostró el descontento de Dios con la petición que hizo Israel de un rey.
Samuel comprendió que Dios podía traer redención a esferas en las cuales las personas habían tomado decisiones equivocadas.
Dios no escogió a su pueblo porque se lo merecieran, sino para que pudieran ser el medio por el cual Dios bendijera a todas las personas a través del Mesías, Dios nunca abandonaría a su pueblo, pero debido a que era su nación especial, a menudo los castigaría por su desobediencia a fin de traerlos nuevamente a una correcta relación con El.
Las acciones de Samuel ilustran dos responsabilidades de las que debía preocuparse el pueblo de Dios, orar de manera constante por otros y enseñar a otros el camino correcto hacia Dios. 
Samuel no estaba de acuerdo con la demanda de los israelitas de un rey, pero les aseguró que continuaría orando por ellos y enseñándoles. 
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