sábado, 14 de octubre de 2017

Leyendo... Salmo 23


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LECTURA DIARIA:
Salmo 23

Al describir a Dios como pastor, David escribía acerca de su propia experiencia, ya que pasó sus primeros años cuidando ovejas (1 de Samuel 16.10-11) 
Las ovejas dependen completamente de su pastor en cuanto a alimentación, guía y protección. El Nuevo Testamento llama a Jesús el buen pastor (Juan 10.11), el gran pastor (Hebreos 13.20) y el Príncipe de los pastores (1de Pedro 5.4)
De la misma manera que el Señor es el buen pastor, nosotros somos sus ovejas. No somos animales atemorizados y pasivos, sino seguidores obedientes y sabios que siguen al Único que puede guiarnos a los mejores lugares y por caminos seguros. 
Este salmo no pone énfasis en las cualidades de las ovejas como animales, sino en las cualidades como discípulos de los que siguen a un líder. 
Cuando permitimos que Dios nuestro pastor nos guíe, tenemos contentamiento. Cuando decidimos pecar, sin embargo, estamos decidiendo ir por nuestro propio camino y no podemos culpar a Dios por el entorno que nosotros mismos hemos creado. Nuestro pastor conoce los "delicados pastos" y las "aguas de reposo" que nos restaurarán. Llegaremos a esos lugares únicamente cuando lo sigamos en obediencia. 
La muerte proyecta una sombra aterradora sobre nuestra vida porque estamos completamente indefensos cuando llega. Podemos luchar con muchos otros enemigos, dolor, sufrimiento, enfermedad, daños, pero la fortaleza y el ánimo no pueden vencer a la muerte. Esta tiene la palabra final. Solo una persona puede caminar con nosotros a lo largo del valle sombrío de la muerte y hacernos pasar hasta el otro lado a salvo, el Dios de la vida, nuestro pastor. La vida es incierta, y por eso debemos seguir a este pastor que nos ofrece eterna seguridad. 
En la antigua cultura del Cercano Oriente, era costumbre ungir a una persona en un banquete con aceite fragante, como con una loción. Los anfitriones debían proteger a sus invitados a toda costa. Dios ofrece la protección de un anfitrión aun cuando estemos en medio de los enemigos. 
Dios, el perfecto pastor y anfitrión, promete guiarnos y protegernos a lo largo de la vida para llevarnos a morar para siempre con Él.

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