lunes, 23 de octubre de 2017

Leyendo... Salmo 32


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LECTURA DIARIA:
Salmo 32

David expresa el gozo del perdón. Dios lo había perdonado por los pecados que había cometido en contra de Betsabé y Urías (2 de Samuel 11, 12). Este es otro de los salmos penitenciales, de arrepentimiento, en donde el escritor confiesa su pecado a Dios. El perdón ha sido siempre parte de su naturaleza amorosa. 
Confesar es decir con la boca aquello que se ha hecho y reconocerlo como pecado en forma clara y total. Debemos confesar nuestros pecados sin demora, con humildad, contrición y arrepentimiento. Al hacerlo no debemos echar en cara el pecado de nuestro prójimo. Como regla general debemos confesar ante quienes hemos ofendido. Debemos afirmar nuestra intención de abandonar el pecado a fin de servir a Dios con mayor fidelidad. 
Dios describe a algunas personas como el caballo o como el mulo que necesitan ser controladas por frenillos y cabestros. En vez de permitir que Dios las guíe paso a paso, le dejan obstinadamente una única opción. Dios debe usar la disciplina y el castigo para que le sigan siendo útiles. Dios desea guiarnos con amor y sabiduría, en lugar de castigo. Nos ofrece guiarnos a lo largo del mejor camino para nuestra vida. 
En los salmos los salmistas elevaron a Dios tanto la profundidad de su dolor y arrepentimiento, como la cima de su gozo al ser perdonados. Se regocijaron al saber que Dios respondería a su confesión y a su arrepentimiento con un perdón completo.

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