lunes, 30 de octubre de 2017

Un momento... EVITAR FAMILIAS EN CRISIS

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UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
COMO EVITAR FAMILIAS EN CRISIS

Alrededor de la familia se ha discutido mucho. Basta que vayamos a cualquier librería para que encontremos un gran número de libros abordando el asunto, y ofreciendo desde la perspectiva de la ciencia y de la terapia, salidas al laberinto. Algunas de estas metodologías parecen funcionar, otras definitivamente dejan muchos vacíos.
Pero, ¡hay una salida a la crisis de la familia? Sin duda que sí, y parte de una decisión: Abrirle las puertas de nuestro hogar al Señor Jesús. Él sabe cómo traer soluciones a los problemas.
A nadie le enseñaron en la universidad a ser buen padre o buena madre. Es probable que conozcamos muchas estrategias, hayamos leído consejos, pero aún seguimos con un enorme interrogante en nuestro corazón: ¿Qué hacer para que la familia funcione? Y la respuesta a esta pregunta comienza con los hijos.
Desde hoy sentamos las bases para hogares sólidos, que ellos van a replicar, y a su vez, de acuerdo a la formación que les impartamos hoy, edificarán familias firmes que se replicarán en los nietos y bisnietos. Es una cadena que desde ya debeos comenzar a construir.
De nosotros, como padres o madres, depende que edifiquemos hijos seguros, con una alta autoestima y la disposición para enfrentar cualquier obstáculo que surja en su camino. Lo que imprime dinamismo a esa tarea de ser buenos padres, que enseñan a partir del ejemplo, es el amor. Si amamos a nuestros hijos, les prepararemos para la vida.
¿Ama usted a sus hijos como DIOS ama a los niños?
En alguna ocasión el Señor Jesús fue abordado por unos niños. Querían acercarse a él, tocar su manto, quizá jugar. Los discípulos procuraron impedirlo. Y relata el Evangelio que: “Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.”(Mateo 19.14).
Jesús amaba a los niños. A pesar de sus múltiples ocupaciones, es evidente que pasaba unos minutos con ellos.
Ahora, pregúntese como padre o madre: ¿Cuánto tiempo dedicamos a nuestros hijos? ¿Nos preocupamos por sus problemas y les ayudamos a resolverlos?
Si para Jesús eran importantes los niños, cuánto más debieran ser para nosotros en nuestra condición de padres.
Un niño o niña que recibe la atención de sus padres, crecerá en un ambiente de confianza, desarrollarán seguridad en sí mismos, la que será evidente en sus relaciones y en las propias ocupaciones en la escuela y el colegio, tendrá una alta auto estima y si ha sido formado en principios y valores, no cederá fácilmente a las tentaciones que le ofrezca el mundo.
El autor Gary Chapman, escribe: “Los niños que se sienten amados por sus padres y sus compañeros desarrollarán un lenguaje amoroso principal basado en su estructura emocional única y en la manera en la que sus padres les expresaron el amor, así como las personas que estaban alrededor y eran importantes para ellos. Ellos hablarán y entenderán el lenguaje del amor que aprendieron, porque lo recibieron. Los muchachos que no se sienten amados por sus padres y compañeros, también desarrollarán un lenguaje amoroso principal. Sin embargo, será un tanto distorsionado, de la misma manera que algunos niños pueden aprender poca gramática y no tener un vocabulario desarrollado”.
Si no ha tomado tiempo para analizar el asunto, es hora de que lo haga. Recuerde que siempre hay tiempo para corregir errores. Con ayuda de DIOS podemos imprimir cambios a nuestra existencia pero también a la relación con nuestros hijos. Es tiempo de pedir la sabiduría divina para brindarles un buen trato, rodearlos de amor y enseñarles que fueron concebidos por el Señor con todas las potencialidades para ser vencedores.
Los hijos que reciben amor, darán amor. Es un principio que aplica a todos los hijos, hoy y siempre. Si no ha brindado amor a sus hijos, hoy es el día para que lo haga y comience a cambiar su historia. La relación al interior de la familia mejorará y ofrecerá mañana a la sociedad, hombres y mujeres que reciban y den amor.
Dios les bendiga abundantemente.

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