martes, 19 de septiembre de 2017

Un momento... ¿CUÁNTO MIDE MI FE?

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UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
¿CUÁNTO MIDE MI FE?

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. (Romanos 8.28)

¿Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que no hemos fallado a DIOS, a nuestra familia, a la iglesia, a nuestra fe, al evangelio aun cuando hayamos estado pasando momentos de gloria, felicidad, triunfo, fracaso, dolor, rechazo, oposición y tentación? 
La palabra fidelidad en hebreo es “Hesed”, la misma para lealtad. 
¿Qué significa ser fiel a DIOS, la Biblia, el evangelio, las convicciones, la iglesia y las autoridades espirituales? ¿Qué significa ser fiel y leal en el matrimonio, en la familia, en las relaciones, en la amistad, los compañeros en el ministerio? Debemos ser fieles a pesar de los momentos agradables que con frecuencias nos pueden apartar de DIOS o en los desagradables que nos confunden para no buscar a DIOS.
Hay paradojas en la vida del cristiano que si no aprendemos su teología, su propósito y la relación con el DIOS soberano y el plan de nuestra vida según el programa de DIOS, fácilmente llegamos a dudar del amor de DIOS y su interés por nosotros. 
Cuando oramos por largo tiempo sin tener respuesta a pesar de estar en terrible sufrimiento solemos pensar que a DIOS no le interesamos, que posiblemente se ha olvidado de nosotros y muy poco nos ama. 
El reto es continuar creyendo en Él y Su palabra, Él dice que nos ama con eterno amor, que somos la niña de sus ojos, su pueblo santo, real sacerdocio, gente santa comprada con su sangre, y que nada ni nadie puede arrebatarnos de su mano. 
Él dio su vida por nosotros, con mucha más razón, él no pierde el interés en que nosotros seamos santos como es él, que seamos triunfadores en él, que demostremos al mundo entero como es él.
Es una realidad natural casi general. Cuando nos duele la cabeza buscamos un analgésico, cuando el auto se descompone buscamos al mecánico, cuando tenemos problemas buscamos a un amigo, se terminó el azúcar acudimos al vecino por ayuda, etc. 
Muchas veces somos incapaces de doblar rodillas y pedir con fe a DIOS que Él quite el dolor de cabeza, repare el auto, resuelva el problema, y nos dé para azúcar.
DIOS hace posible que "todas las cosas", no solo incidentes aislados, redunden en nuestro bien. Esto no significa que todo lo que nos pasa es bueno. Lo malo sigue prevaleciendo en nuestro mundo caído, pero DIOS es capaz de cambiar todas las circunstancias a nuestro favor. 
Tengamos presente que DIOS no está ocupado en hacernos felices, sino en cumplir sus propósitos. 
Aquellos que son “llamados”, como dice el versículo, tienen una nueva perspectiva, una nueva mentalidad en la vida. Confían en DIOS, no en los tesoros de la vida; buscan su seguridad en el cielo, no en la tierra; aprenden a aceptar el dolor y la persecución, no a lamentarlos, porque DIOS está con ellos.
Dios les bendiga abundantemente.

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