viernes, 8 de septiembre de 2017

LEYENDO... Job capítulo 30

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LEYENDO LA BIBLIA PASO A PASO...
LECTURA DIARIA:
Job capítulo 30

Era humillante sufrir una pérdida de la magnitud que sufrió Job. Pero enfrentarse al abuso por parte de hombres jóvenes añadía insultos a la humillación. Job había perdido familia, posesiones, salud, posición y buen nombre. Ya ni siquiera era respetado por sufrir con valentía. 
Los jóvenes que antes le honraban, ahora se burlan de él. Es objeto de burla de parte de lo más despreciable de la sociedad. Y lo peor es que Dios no se acuerda de él a pesar de que reiteradamente le invoca y le suplica le salve de la trágica situación de su vida. Sabe que va hacia la muerte, a pesar de que tiene conciencia de ser inocente. Se siente solo en un ambiente hostil y el vigor físico de su cuerpo se diluye sin esperanza de recuperación.
En contraste con su honorable situación anterior, reconocida por todos los estratos sociales, ahora los jovenzuelos desvergonzados, se ríen de él, haciendo burla de su triste situación. Con frase enérgica, Job declara despectivamente quiénes son los que ahora satirizan su situación. 
Todo esto hace más dolorosa la situación de Job, ya que es objeto de burla de estas gentes que constituyen lo bajo de la sociedad. 
No sólo las burlas, sino que también los ataques directos se suceden por parte de estas gentes, que son como bestias que han logrado soltar la cuerda y rechazar el freno que las sujetaba. Ni de día ni de noche puede dar quietud a su espíritu angustiado.
En el fondo, el causante de su tragedia es el propio Dios, que le ha sometido a una prueba intolerable.
En la angustia, Job se siente solo, ya que Dios, el único que podía prestarle auxilio, no responde a sus súplicas. 
El desventurado Job no encuentra explicación a sus sufrimientos, ya que ha procurado hacer bien a todos cuando se hallaba en situación próspera. Su vida, es una continua agitación íntima, se siente solo como en duelo y no encuentra consuelo ni en la asamblea de sus conciudadanos, que no quieren oír ni interesarse por su problema, suponiendo de antemano que es culpable ante Dios.

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