viernes, 29 de septiembre de 2017

Leyendo... Salmo 8


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LECTURA DIARIA:
Salmo 8

Este salmo de David está dedicado a la naturaleza y muestra la pequeñez del hombre y la grandeza de Dios. Aunque el ser humano es minúsculo en relación con la inmensidad del universo, de todas formas es el pináculo de la creación y objeto del interés y el cuidado de Dios. 
Ningún descubrimiento científico de los astrónomos o los biólogos puede negar el significado único del ser humano como una criatura creada por Dios. 
El hombre no sólo es intrínsecamente distinto al resto de la creación, sino que le fue dada autoridad sobre la tierra y todo lo que hay en ella. El ser humano fue hecho para gobernar. Nuestra habilidad para ejercer autoridad sobre la tierra depende de la disposición a someternos, servir y obedecer al Dios viviente, bajo cuya autoridad estamos. Nuestra autoridad sobre la tierra nos hace responsables de ella. 
Los niños pueden confiar y alabar a Dios sin dudas ni reservas. Conforme vamos creciendo, se nos va haciendo cada vez más difícil. Pidamos a Dios que nos dé una fe de niño, eliminando cualquier obstáculo que nos impida caminar cerca de El. 
Para respetar la majestad de Dios, tenemos que vernos a la luz de su grandeza. Cuando contemplamos la creación, muchas veces nos sentimos pequeños. Sentirnos pequeños es una manera saludable de volver a la realidad. Pero Dios no quiere que vivamos pensando en nuestra pequeñez. Humildad es tenerle el debido respeto a Dios, no sentir desprecio por nosotros mismos. Cuando miramos las maravillas de la creación, nos preguntamos cómo puede Dios interesarse en gente que constantemente lo hace enojar. Aun así, Dios nos creó sólo un poco menores que los ángeles. Tenemos un gran valor debido a que llevamos el sello del Creador. Debido a que Dios ya ha declarado cuán valiosos somos para El, podemos librarnos de esos sentimientos de inferioridad. 
Dios dio a la humanidad autoridad para estar a cargo de toda la tierra. Pero junto con la gran autoridad viene la gran responsabilidad. Utilicemos nuestros recursos con sabiduría ya que daremos cuenta a Dios de nuestra mayordomía.

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