lunes, 18 de septiembre de 2017

Leyendo... Job capítulo 40


No hay texto alternativo automático disponible.
LECTURA DIARIA:
Job capítulo 40

Este capítulo empieza con una pregunta de Dios a Job, luego de su discurso del capítulo anterior. ¿Es sabio discutir con Él?
La respuesta de Job no es muy diferente a la de Isaías, quien, confrontado por la santidad de Dios, se contempla a sí mismo como totalmente pecador e incapaz de permanecer en su presencia. Cuando se enfrenta cara a cara con Dios, Job confronta su autosuficiencia. Despojado de todo lo que tenía, y ante la santidad de Dios, descubre su orgullo y expresa su vergüenza.
A lo largo de su sufrimiento, Job deseó tener una oportunidad para defender su inocencia ante Dios. Ahora Dios se le apareció y le dio esa oportunidad. Pero Job decidió quedarse callado porque ya no era necesario que hablara. Dios le había mostrado que, como ser humano limitado, no tenía ni la capacidad para juzgar al Dios que creó el universo ni el derecho de preguntar por qué. Las acciones de Dios no dependen de las nuestras. El hará lo que sepa que es mejor, a pesar de lo que creamos que es justo. Es importante notar, sin embargo, que Dios vino a Job, demostrando así su amor y su interés por él.
Dios comienza una segunda declaración rechazando la acusación de injusticia que Job le ha lanzado. Compara la debilidad de Job con la de ciertas criaturas de la Tierra, sobre quienes el Señor se enseñorea. Si es Señor de estas criaturas, seguramente controla también las fuerzas que se esconden tras los problemas de Job. Este debe renunciar a las quejas sobre la injusticia de Dios y someterse a su voluntad.
La gente cree en Dios sólo cuando está prosperando y no está sufriendo. Esto es un error.
Otros creen que el sufrimiento es el juicio de Dios por el pecado. Esto no siempre es verdad.
Según Eliú el sufrimiento es la forma en la que Dios nos enseña, disciplina y refina. Esto es verdad, pero es una explicación incompleta.
El sufrimiento hace que confiemos en Dios por quien El es, no por lo que hace.
El Señor nunca desprecia a Job, tampoco busca argumentar con él hasta lograr que se someta a él. Concluye su primer discurso invitando simplemente a Job, su contrincante en el juicio, a que le conteste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario