domingo, 24 de septiembre de 2017

Leyendo... Salmo 3

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LECTURA DIARIA:
Salmo 3

Como rey, David pudo haber confiado en su ejército para derrotar a Absalón, pero en vez de ello dependió de la misericordia de Dios.
Por lo tanto, estaba en paz con cualquier resultado que se obtuviera, sabiendo que prevalecerían los propósitos de Dios. El rey David no estaba sentado en su trono con todo poder, sino que huía de Absalón, su hijo rebelde, y de una hueste de traidores que querían matarlo. Cuando las circunstancias se vuelven contra nosotros es tentador pensar que Dios también está en contra nuestra. Pero David nos recuerda que es todo lo contrario. Cuando algo parece estar en nuestra contra, Dios es el único que es con nosotros.
El monte santo de Dios era el monte Moriah en Jerusalén, el lugar donde Salomón, el hijo de David, construiría el templo. David sabía que Dios no podía ser confinado a un espacio determinado, pero expresó poéticamente su confianza de que Dios lo escucharía cuando orara. Dios nos responde cuando le oramos con urgencia. David pudo haber pasado noches en vela cuando su hijo Absalón se rebeló y reunió un ejército para matarlo. Sin embargo, durmió tranquilamente, aun en medio de la rebelión. ¿Qué marcó la diferencia? David clamó a Dios y El lo escuchó. La seguridad de una oración contestada da paz. Es más fácil dormir bien cuando aceptamos, con plena seguridad, que Dios tiene las riendas de las circunstancias.
David fue abofeteado e insultado por sus enemigos y aquí simplemente pide un tratamiento igual para sus enemigos. Hace esto, no por venganza personal, sino en nombre de la justicia de Dios. El versículo 8 muestra la humildad que yace detrás de las palabras de David. Se dio cuenta que tener fe era la respuesta a su pregunta acerca del éxito que el malvado había adquirido injustamente.

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