lunes, 5 de junio de 2017

UN MOMENTO... RESISTIENDO LA TENTACIÓN

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UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
RESISTIENDO LA TENTACIÓN

“Nadie aquí tiene más autoridad que yo. Él no me ha negado nada, con excepción de usted, porque es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer semejante maldad? Sería un gran pecado contra Dios.” Génesis 39.9

“Las tentaciones que enfrentan en su vida no son distintas de las que otros atraviesan. Y Dios es fiel; no permitirá que la tentación sea mayor de lo que puedan soportar. Cuando sean tentados, él les mostrará una salida, para que puedan resistir.” (1 de Corintios 10.13). 
Si la Biblia dice que por la fidelidad de DIOS no permitirá que seamos tentados más allá de nuestras fuerzas. 
¿Por qué es que hay tentaciones que nos vencen una y otra vez? 
Una tentación por definición, según el diccionario, es un estímulo que recibimos para que deseemos algo, y en la vida cristiana ese algo va contra lo que DIOS aprueba. Dicho de otro modo, el diablo sabe qué de lo que no agrada a DIOS es lo que más quisiéramos hacer y nos estimula con personas, conversaciones, eventos, imágenes y de toda manera que se le ocurra para que decidamos pecar dándonos placer a nosotros mismos. Siendo honestos, algo que no nos gusta hacer difícilmente seríamos tentados a hacerlo. 
Pero, ¿por qué sí nos vencen algunas tentaciones? Porque nuestro deseo de pecar es más grande que nuestro deseo de agradar a DIOS. Y aunque queremos con todas nuestras fuerzas que instantánea y milagrosamente nos nazcan las ganas de ya no pecar lo que realmente nos hace falta es profundizar en nuestra relación personal con DIOS para en la medida que lo conozcamos y amemos más, queramos cada vez menos hacer lo que no le agrada.
José había sido vendido como esclavo, no trabajaba para Potifar de manera opcional, era un esclavo. Tenía que siempre y en todo momento obedecer todo lo que sus amos le dijeran o de lo contrario podía ser duramente castigado e incluso podrían matarlo. La mujer de Potifar entendía claramente esta dinámica de: “yo ordeno” y tú como esclavo “obedeces”. Así que cuando fue atraída por José simplemente le ordenó que se acostara con él. Era una orden directa para pecar, no seguirla era desobediencia que podría pagar con su vida misma.
¿Qué hubiéramos hecho ante una situación similar? Hoy en día siguen existiendo presiones de todo tipo incluso sexuales de personas en autoridad sobre sus subordinados para no ser castigados, despedidos, acusados o difamados. ¿Cómo reaccionamos ante estas situaciones? Tal vez decir que no a relaciones sexuales con la autoridad es más claro que diríamos que no, pero ¿qué hacemos ante la presión del agente de tránsito que nos pide un soborno?, ¿qué hacemos ante la presión económica que nos dice que alteremos nuestra declaración de impuestos?, ¿qué de aquellos momentos que no estudiamos para un examen y nuestra “única alternativa” es copiar o de aquellos otros en que nuestros deseos sexuales quieren que cometamos lujuria, fornicación o adulterio? El pecado está ahí ordenándonos que sobornemos, mintamos, engañemos, copiemos y satisfagamos nuestros deseos. ¿Cuál está siendo nuestra respuesta?
José tenía algo en claro, había un Señor de mayor jerarquía a quien él servía por encima de cualquier otro señor o en este caso señora así que su respuesta fue negarse a obedecer algo que iba en contra de la voluntad de DIOS. 
Cada momento de tentación es en realidad un instante en que se nos pregunta, ¿a qué Señor servirás esta ocasión? ¿a tus deseos o a los deseos de DIOS? 
Habrá tentaciones de las que no podamos huir por lo que habrá que resistir con valentía y coraje pero si no es un caso del que no puedas alejarte toma el consejo del apóstol Pablo (1 de Corintios 6.18 y 10.14), y ¡huye de la tentación! Caer en la tentación es un síntoma de la condición de nuestra relación personal con DIOS, es una señal de que algo estamos descuidando, hay alguna verdad de DIOS que no hemos entendido o bien una mentira del enemigo que nos tiene cautivos.
Al final somos nosotros quienes decidimos cometer o no el pecado, si todavía no somos lo suficientemente fuerte para decirle no al pecado seamos al menos lo suficientemente fuertes para comenzar a buscar a DIOS cada día sin importar que el pecado siga por ahora allí, y un buen día el pecado no tendrá más que ceder y ceder hasta perder todo control sobre nuestras vidas.
Dios les bendiga abundantemente.

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