sábado, 10 de junio de 2017

LEYENDO... 2 de Crónicas capítulo 13


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LECTURA DIARIA:
2  de Crónicas capítulo 13

Abías reinó en Judá por solo tres años, distinguiéndose solo por su campaña militar contra Jeroboam.  Obedeció las leyes de Dios pero “su corazón no fue íntegro con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David”.

El cronista menciona a Micaías como la madre de Abías. Su imagen de un rey guerrero lo llevó a rodearse de casi medio millón de hombres de guerra escogidos. Dando evidencias de ser un buen estratega militar, Abías escogió el monte Zemaraim para proclamar las convicciones judías en cuanto a su elección como el pueblo de Jehová para siempre. El pacto de sal alude a la tradición de que los pactos de buena intención podrían ser ratificados con una cena bien sazonada, y podrían tener carácter de permanencia.
Los hombres ociosos y perversos que se rebelaron contra Roboam eran los hijos de Belial. Estos hombres eran sin valor ni mérito, ni para su sociedad ni para Dios. Aunque Roboam ya había cumplido los 41 años de edad, todavía era inmaduro de corazón para con Dios, inmaduro para comprender los planes de Dios en Judá.
Según 1 de Reyes 14.9, Jeroboam hizo otros dioses e imágenes de fundición. El cronista es más específico al decir becerros de oro para consumar la idolatría de Israel.
Abías demostró su lealtad a las leyes ceremoniales dadas por Moisés para el templo. No cabe duda alguna de que esto les trajo a la memoria las expectativas de Israel cuando rodearon las murallas de Jericó y cómo Dios respondió en el séptimo día.
Entonces clamaron a Jehová, y los sacerdotes tocaron las trompetas y los hombres de Judá gritaron con estruendo. Se había dado lo que el enemigo temía: aquel grito familiar que siguió a las trompetas de los sacerdotes profesionales era indicio de que Dios estaba del lado de Judá. Dios desbarató al enemigo y los entregó en su mano. La derrota de Jeroboam fue masiva, porque medio millón de sus soldados fueron muertos en el campo de batalla.
Simbólicamente, la captura de Betel representó una victoria espiritual para Abías. Es posible que esta victoria sobre Jeroboam haya movido al rey de Siria más tarde a buscar una alianza con Judá. Con el 62% de su ejército destruido, Jeroboam dejó de ser una amenaza para Judá; finalmente, Jeroboam murió herido por Jehová.
El cronista termina su narrativa haciendo una observación familiar en la práctica que prevalecía entre los reyes de Judá: Tomó para sí catorce mujeres. Lamentablemente, esas uniones fomentaban la poligamia y la idolatría en la nación. Muchas de las mujeres cananeas traían sus propios dioses a la casa real y daban a luz hijos que más tarde se desviaban de los caminos de Dios.

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