miércoles, 14 de junio de 2017

UN MOMENTO... NECESITAMOS SANAR NUESTRO CORAZÓN

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UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
NECESITAMOS SANAR NUESTRO CORAZÓN

Entonces Israel respondió: ¿Por qué me habéis tratado tan mal, informando al hombre que teníais un hermano más? (Génesis 43. 6)

Todas las malas acciones tienen consecuencias. El error cometido en un momento por alguien puede afectar nuestra vida y nuestro entorno a futuro. 
Ante la protesta de Jacob, los hermanos explican que ningún dato familiar pudieron esconder del hombre de Egipto ya que éste preguntaba con mucha insistencia y precisión justamente acerca del padre y del hermano menor. La decisión de Jacob de dejar ir a Benjamín no fue fácil.
Jacob ya había perdido un hijo y no quería pasar otra vez a su edad por la misma experiencia. El resentimiento hacia el resto de sus hijos que no habían cuidado de José había dañado su corazón y las heridas no habían cerrado a pesar del tiempo transcurrido.
La Biblia enseña en Romanos 13, que toda autoridad ha sido impuesta por DIOS con el fin de castigar a quienes hacen el mal, el problema está en que más de una vez aunque el agresor sea aislado físicamente de nosotros lo llevamos “capturado” en nuestro corazón. Decidimos no soltarlo sino que una y otra vez en nuestra mente lo sometemos a toda clase de reclamos, castigos y mal tratos, buscamos satisfacer nuestro clamor de injusticia apuntando nuestro odio y desprecio hacia él y dejándole saber a todos los que nos rodean cuánto mal ha hecho esta persona para que todos se nos unan en nuestro desprecio. No nos damos cuenta que conforme pasan los días y crece el mal dentro de nosotros nos vamos pareciendo cada vez más a nuestro agresor. 
¡Detén el mal que crece dentro de ti! ¡Deja en libertad a la persona que llevas cautiva en tu corazón! Cultivar el resentimiento, el rencor y la venganza solamente te llevarán a tener un corazón amargado, frió e incapaz de amar y ser amado. ¡Esta no es la vida que DIOS quiere para ti! 
El primer paso hacia la sanidad y la libertad es el perdón pero déjame sugerirte un paso previo incluso al perdón mismo: deja tu deseo de justicia en las manos de DIOS. 
¿Crees que DIOS es un juez justo?, ¿crees que DIOS te ama, cuida de ti y por lo mismo defenderá tu causa?, ¿crees que Él conoce el castigo exacto que merece ese mal? 
¡Necesitas creerlo! Porque será fácil aceptar la justicia de DIOS cuando la consecuencia del agresor sea lo suficientemente satisfactoria para nuestra sed de justicia pero ¿qué pasará cuando el “castigo” que recibe es menor al que esperábamos? 
Si no tenemos un corazón rendido a DIOS volveremos a abrir la puerta de par en par al resentimiento y el rencor. Pero esta vez no solamente los apuntaremos hacia nuestro agresor sino que también lo haremos hacia DIOS. Dejemos a DIOS ser DIOS y rechacemos la tentadora oferta de tomar la justicia en nuestras manos para “saborear” la venganza que asfixia nuestro ser. 
La única respuesta sana y correcta ante el mal es dejar que el amor de DIOS fluya desde y hacia nuestro corazón. Cuando hemos entendido que su reacción ante nuestra maldad fue amarnos, abrazarnos, perdonarnos y darnos una nueva oportunidad nos será mucho más fácil hacer esto mismo con otros. ¡Paguemos a quienes necesitan perdón y misericordia de la misma manera que nos pagaron a nosotros! Perdonando, amando, bendiciendo y dejándolos ir confiando en que DIOS tratará con ellos en sus términos, sus tiempos y en sus maneras. 
“Nunca devuelvan a nadie mal por mal. Compórtense de tal manera que todo el mundo vea que ustedes son personas honradas. Hagan todo lo posible por vivir en paz con todos. 
Nunca tomemos venganza. Dejemos que se encargue la justa ira de DIOS. (Romanos 12.17 – 19).

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