martes, 27 de junio de 2017

LEYENDO... 2 de Crónicas 30


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LECTURA DIARIA:
2 de Crónicas 30

La invitación de Ezequías tenía un propósito específico, llegar a Jerusalén, a la casa de Dios, para celebrar la Pascua. La Pascua les haría recordar precisamente la liberación de Jehová de manos de faraón en Egipto.

Desde Beerseba hasta Dan era una expresión para indicar todo el país, desde el sur hasta el norte del reino unido.
La celebración de la Pascua era una de las tres fiestas anuales que reclamaban un peregrinaje a Jerusalén. Todo varón tenía que hacerse presente en el templo. Según la ley mosaica, Dios ejercería su compasión y misericordia para con los que se arrepintieron de corazón. El rey les aseguró esta promesa.
Lamentablemente su proclama encontró una respuesta fría entre la mayoría de las tribus del norte.
La razón por la cual los levitas estaban a cargo de sacrificar las “víctimas de la Pascua” era la ausencia de pureza espiritual en el pueblo.
Ezequías estaba muy consciente del riesgo que corrían los que comían la víctima de la Pascua sin reunir las condiciones espirituales; por lo tanto, se apresuró a elevar una oración intercesora.
Cuando Dios respondió a la oración de Ezequías, el pueblo quedó sano.
Los sacerdotes experimentaron un avivamiento espiritual y se consagraron más al servicio de Dios.


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