jueves, 8 de junio de 2017

LEYENDO... 2 de Crónicas capítulo 11


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LECTURA DIARIA:
2 de Crónicas capítulo 11

La necedad de Roboam dividió su reino, y trató de reunirlo por la fuerza. Pero Dios evitó que fueran a pelear. Dios evitó que fuera derrotado el pequeño reino de Roboam. Al hacer esto, Dios preservó la línea de David y mantuvo intacto su plan de que el Mesías sería descendiente de David. 
Antes de que se dividiera la nación, el centro de adoración estaba en Jerusalén, y el pueblo se reunía ahí para las tres grandes fiestas religiosas anuales. Durante el resto del año, los sacerdotes y los levitas, que vivían a lo largo de la tierra, realizaban otros servicios de adoración y rituales en los territorios de las tribus. Ofrecían sacrificios, enseñaban las leyes de Dios y alentaban al pueblo a continuar con El y a evitar las influencias paganas.
Después de que la nación se dividió, Jeroboam, el nuevo rey de Israel, vio que estos sacerdotes y levitas representaban una amenaza a su nuevo gobierno porque permanecían leales a Jerusalén, ahora capital de Judá. Así que designó sus propios sacerdotes, proscribiendo efectivamente a los levitas de sus deberes y forzándolos a ir al reino del sur. Los sacerdotes paganos de Jeroboam impulsaron la idolatría. 
Pero hubo gente que obedeció a Dios y no al rey Jeroboam. Por esta acción, preservaron su integridad y fortalecieron al reino del sur. En el futuro, la mayor parte de la gente del reino del norte cooperaría con los designios malvados de los reyes, con la esperanza de verse beneficiados por sus servicios. 
Roboam fluctuó entre la obediencia a Dios y el seguir su propio camino. Mantuvo las apariencias externas adecuadas, pero sus actitudes internas fueron perversas. Seguir en la tradición de David le daba a Roboam muchas oportunidades para adquirir grandeza. Por el contrario, terminó con un reino dividido y en quiebra.
El capítulo concluye con una lista de la genealogía de Roboam. Maaca, la nieta de Absalón por medio de Tamar, era una de sus preferidas de entre las 18 mujeres y 60 concubinas. De estas mujeres tuvo 28 hijos y 60 hijas. 
Con el fin de hacerlo su heredero, Roboam nombró a Abías, el hijo de su unión con Maaca, como jefe y príncipe entre sus hermanos. No se puede decir cuánta sabiduría de lo alto haya demostrado tener al distribuir la autoridad y el poder entre sus muchos hijos, sobre todo tratándose del poder administrativo. Los dispersó por todas las tierras de Judá y de Benjamín. Al morir Roboam, las posesiones y mujeres para sus hijos jamás podrían garantizar una transición pacífica del poder, ante la posibilidad de contar con muchos pretendientes al trono.

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