sábado, 17 de junio de 2017

LEYENDO... 2 de Crónicas 20


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LECTURA DIARIA:
2 de Crónicas 20

Josafat enfrentaba el más grande peligro exterior que amenazó su reino. Una gran multitud de moabitas, amonitas y sirios se había confabulado para aplastar a Judá. Frente a este enorme peligro, Josafat se humilló ante el Señor; como resultado, conquistó la mayor de las victorias de su vida. 
Cuando la nación enfrentó el desastre, Josafat hizo un llamado al pueblo para que tomara en serio a Dios y que ayunara por un tiempo determinado. 
La alabanza poderosa engendra victoria. La senda de la alabanza. He aquí una gran lección sobre el poder de la alabanza. Judá estaba siendo confrontada por sus enemigos mortales, Moab y Amón. El pueblo buscó a Dios en oración y con fe en su palabra. Entonces vino la palabra del profeta: «No temáis… porque no es vuestra la guerra, sino de Dios». La victoria vino de una manera extraña y poderosa. Los levitas se levantaron y alabaron «a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz». Entonces algunos fueron designados para que cantaran al Señor y le adoraran en la belleza de su santidad. Estos marcharon ante el ejército, diciendo: «Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre». El resultado de esta poderosa alabanza fue una victoria total
Una vez más, todos los reinos de aquellas tierras temieron al Dios de Judá, como resultado de esta hazaña, mientras Josafat gozaba de tranquilidad en su reino.
El final del capítulo habla de la asociación de Josafat con Ocozías, rey de Israel. Esta alianza de carácter comercial fue tan breve como la misma empresa que formaron para construir barcos mercantes que fueran a Tarsis. El profeta Eliezer trajo un mensaje muy claro para la conciencia de Josafat y su pueblo. Dios jamás honrará o aprobará alianzas con gente impía como Ocozías, y las naves pronto fueron destruidas.

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