lunes, 26 de junio de 2017

LEYENDO... 2 de Crónicas 29


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LECTURA DIARIA:
2 de Crónicas 29

Ezequías reinó durante 29 años, su gobierno fue la antítesis del de su padre.
Ezequías recibió el crédito de ser un gran reformador. Su primera acción consistió en limpiar la casa de Dios y abrir sus puertas que habían permanecido cerradas por orden de Acaz. Luego realizó la celebración de la Pascua por todo Israel, y se ocupó en la reorganización del sistema sacerdotal y levítico para el ministerio en el templo. 
Luego de limpiar el templo, convocó a los sacerdotes y otros levitas de todo el país para pedirles que se santificaran y purificaran la casa de Dios para la adoración, en preparación para la restauración del pacto entre Dios y su pueblo. Ezequías reunió a los sacerdotes en la plaza oriental o en el espacio amplio frente al templo.
El mensaje conmovedor del rey contenía el reconocimiento del pecado colectivo de Judá y Jerusalén y la determinación en su corazón de hacer un pacto con Dios para que apartara de ellos el furor de su ira. Los sacerdotes y los demás levitas no se hicieron esperar. Aceptaron el reto del rey y limpiaron la casa de Jehová conforme al mandato del rey, basado en la palabra de Dios. Sacaron al atrio de la casa de Jehová toda inmundicia, indicando no solo la basura sino también el aparato cúltico pagano introducido por Acaz. Toda esa inmundicia fue llevada al arroyo de Quedrón, en la parte oriental, donde se quemaba la basura. 
La labor de limpieza terminó en ocho días, incluyendo el altar del holocausto y todos sus utensilios y la mesa de la presentación y todos sus utensilios. El informe de la labor sacerdotal y levítica indicaba que tanto el corazón de los líderes, así como las cosas que pertenecían a Dios, habían sido restauradas, y estas últimas colocadas delante del altar de Jehová.
El próximo paso en la restauración del servicio del templo consistió en consagrar a Jehová la casa real, el santuario y sus siervos y todo el pueblo de Israel. 
Cuando el cronista dice que la expiación fue hecha por todo Israel, está rompiendo todas las barreras geográficas o políticas para incluir a las tribus del norte donde había un remanente que todavía se mantenía fiel a Jehová. La óptica divina de contar con un pueblo escogido de entre las naciones seguía en pie.
Una vez que la casa real, el santuario, los ministros y toda la nación se habían consagrado, Ezequías animó al pueblo a ofrecer sacrificios y ofrendas de alabanza y gratitud en la casa de Dios. 
Ezequías y todo el pueblo se regocijaron por la gran respuesta recibida. Dios había obrado en el corazón de Ezequías y del pueblo, en pleno ejercicio de su abundante gracia.

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