viernes, 30 de junio de 2017

LEYENDO... 2 de Crónicas 33


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LECTURA DIARIA:
2 de Crónicas 33

Ezequías, fue seguido en el trono por su hijo Manasés, quien tenía 12 años de edad y reinó por 55 años. Manasés hizo lo malo ante los ojos de Dios.
Manasés fue la persona más responsable de la destrucción final del reino del sur, porque se dedicó a la idolatría y mantuvo su reino bajo el dominio asirio.
En los últimos años de su reinado, Manasés experimentó un arrepentimiento delante de Dios; pero, fue demasiado tarde para reparar el daño causado a la nación. 
Manasés hizo conforme a las prácticas abominables de las naciones que Jehová había echado de delante de los hijos de Israel. Volvió a edificar los lugares altos. Erigió altares a los Baales, hizo árboles rituales de Asera, y se postró ante todo el ejército de los cielos y les rindió culto.
Manasés quemó a sus hijos como ofrenda a los dioses paganos en el valle de Benhinom, siguiendo el ejemplo de su abuelo Acaz; practicó la magia, la adivinación y la hechicería; evocó a los muertos y practicó el espiritismo. 
En medio de este sombrío capítulo de su historia, Dios no había dejado a su pueblo sin voz profética. Sus profetas hablaron concerniente a la destrucción de la nación, pero no escucharon. Como resultado de esto Dios usó al ejército de Asiria para hacerles llegar su merecido castigo.
Los jefes del ejército asirio aprisionaron con ganchos a Manasés, y lo llevaron a Babilonia atado con cadenas de bronce.
En medio de su angustia y en el cautiverio, Manasés imploró el favor de Jehová su Dios y se humilló mucho delante del Dios de sus padres. El pueblo, no obstante, continuó sacrificando en los lugares altos. Después de su arrepentimiento, Manasés fue puesto en libertad y pudo regresar a Jerusalén a continuar reinando. Como se vio con anterioridad, pudo hasta instaurar reformas religiosas, pero no pudo cambiar a su pueblo, ni alterar el curso de la ola del juicio divino para Judá.
El reinado efímero de Amón
Amón el hijo de Manasés, heredó la maldad de su padre y anduvo por los caminos de la apostasía. Reinó dos años donde se registraron todo género de bajezas espirituales y nunca se humilló delante de Dios. Amón fue asesinado a los 24 años. En un intento de erradicar de una vez por toda esa secuencia de complots contra sus monarcas, el pueblo decidió tomar el asunto en sus propias manos, dando muerte a los asesinos del rey. 
El pueblo proclamó rey a su hijo Josías.

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