miércoles, 28 de junio de 2017

LEYENDO... 2 de Crónicas 31


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LECTURA DIARIA:
2 de Crónicas 31

El capítulo 31 describe la campaña de Ezequías para erradicar la idolatría cananea de Israel y para establecer oficialmente la religión del pacto. 
Con el fin de materializar las aspiraciones del rey y del pueblo, los que habían estado presentes fueron espontáneamente por las ciudades echando al suelo los lugares altos. De este modo, por primera vez en la historia del pueblo judío, los lugares altos fueron destruidos; el espíritu de avivamiento los había inundado de tal celo por las cosas sagradas que decidieron declarar la guerra santa al paganismo y a la idolatría en Judá y en Israel del norte.
En su celo por proveer generosamente para los sacerdotes, los levitas y sus ministerios, Ezequías los organizó de acuerdo a las instrucciones de David. El rey mismo volvió a contribuir personalmente, tal como lo hiciera Salomón en circunstancias similares. La remuneración para los sacerdotes provenía generalmente de ciertas partes designadas que debían ser sacadas del animal antes de ofrecerse como ofrenda quemada.
Los levitas eran remunerados con los diezmos provenientes de las otras tribus de Israel. Ellos tenían que mantenerse dedicados a la ley de Jehová, sin preocupaciones de carácter secular. Según la ley mosaica, la porción de los sacerdotes y de otros levitas incluía el diezmo, las primicias y ciertas porciones de los sacrificios ofrecidos. Ezequías limitó su orden solo para los que habitaban en Jerusalén; pero cuando se pasó la voz, tanto los hijos de Judá como los de Israel residentes en Judá respondieron generosamente, a tal punto que era necesario acumular los diezmos y las ofrendas en montones.
Era el tiempo de la fiesta de Pentecostés y de la cosecha; cuando el rey y los magistrados vieron los montones bendijeron a Jehová y a su pueblo Israel. Entonces Ezequías mandó construir unas cámaras en la casa de Dios para almacenar los alimentos. 
Conanías y su hermano Simei eran los encargados de administrar las ofrendas. Este oficio se remontaba a los días de David, quien fue el primer organizador de los guardianes de las puertas. El levita Coré estaba encargado de las ofrendas voluntarias hechas a Dios, de la distribución de las contribuciones a Dios y de las cosas más sagradas.

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