domingo, 18 de junio de 2017

LEYENDO... 2 de Crónicas 21


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LECTURA DIARIA:
2 de Crónicas 21

Luego de la muerte de Josafat, Joram fue el quinto monarca de Judá quien, a causa de la negativa influencia de su malvada mujer Atalía, destruyó mucho de lo bueno logrado por su padre Josafat. Es un triste epitafio el que nadie haya lamentado su muerte.

Joram, el nuevo rey de Judá, se casó con Atalía, una de las hijas del rey Acab de Israel. Llegó a ser la madre del siguiente rey de Judá, Ocozías. La madre de Atalía fue Jezabel, la mujer más malvada que Israel había conocido. El matrimonio de Joram con Atalía fue la caída de Judá, ya que ella llevó consigo la influencia malvada de su madre, ocasionando que la nación de Judá se olvidara de Dios y se volviera a la adoración de Baal
El reinado de Joram se vio marcado por el pecado y la crueldad. Se casó con una mujer que adoraba ídolos, mató a sus seis hermanos, permitió y hasta promovió la idolatría.
Dios se había propuesto mantener la dinastía davídica por sobre los pecados de los gobernantes de Judá, porque Dios quería honrar el pacto con David. En sus últimas palabras, David dijo: “El que gobierna con el temor de Dios es como la luz matutina cuando sale el sol en un amanecer sin nubes”. La lámpara de Dios tenía que continuar iluminando el sendero de su pueblo, muy por sobre la infeliz presencia de gobernantes como Joram.
Dios permitió la revuelta de Edom y de Libna para castigar la maldad de Joram. La ironía de la revuelta en el caso de Libna fue que esta ciudad, siendo semifilistea, también tuviera éxito contra Judá.
Joram edificó lugares altos en los montes de Judá. Estos eran los lugares de idolatría que su padre y su abuelo infructuosamente trataron de erradicar. En estos lugares el pueblo se prostituía literalmente, incluyendo la inmoralidad sexual en los cultos a los dioses cananeos.
Los filisteos que pagaban tributo a Judá eran los invasores, ayudados por los árabes que estaban al lado de los etíopes. Saquearon el palacio real, secuestraron a sus hijos y a sus mujeres, lo más preciado del rey. La ironía de la historia vuelve a darse: el que empezó su reino matando a sus hermanos, terminará sufriendo la pérdida de sus hijos y sus mujeres, excepto Ocozías.
Al morir Joram, su pueblo no prendió la hoguera tradicional que permitía quemar incienso en honor de un monarca fallecido.

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