sábado, 24 de junio de 2017

LEYENDO... 2 de Crónicas 27


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LECTURA DIARIA:
2 de Crónicas 27

Aunque Jotam pasó a la historia como un rey bueno, dando honor a su nombre que significa «el Señor es perfecto», no tuvo los méritos de Josafat, Ezequías y Josías. 
Los nueve versículos que cubren su gestión real, sin embargo, reflejan la bonanza divina concedida a su persona, porque dispuso sus caminos delante de Jehová su Dios. Durante su reinado, el gran profeta Isaías desarrolló su ministerio en Jerusalén. 
Jotam actuó con rectitud delante de Dios, muy consciente de la dolorosa lección aprendida con la tragedia de su padre por haber usurpado la autoridad sacerdotal. Sin embargo durante su reinado, el pueblo continuaba corrompiéndose porque no hizo nada para quitar los ídolos de los lugares altos donde el pueblo ofrecía sacrificios y quemaba incienso. Esta corrupción consistía de prácticas inmorales y supersticiosas.
En un intento de continuar con la obra iniciada por su padre Uzías, Jotam se preocupó por la seguridad y prosperidad del reino del sur. Edificó la puerta superior de la casa de Jehová, con el fin de atraer al pueblo hacia el templo, donde debían ofrecer sus sacrificios. Esta puerta superior se hallaba situada en el lado norte, mientras que la muralla de Ofel se encontraba en el sur, en la parte superior de la antigua ciudad de David.
Entre sus campañas militares, la que más sobresale es su victoria sobre los amonitas, a quienes sometió y los hizo pagar tributos. Jotam se hizo fuerte, es decir, su reino se fortaleció. 
La prosperidad, que era visible a los ojos, estaba minada por el virus de la corrupción moral del pueblo. Por tanto, la desaparición del reino era cuestión de tiempo.

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