jueves, 29 de junio de 2017

LEYENDO... 2 de Crónicas 32


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LECTURA DIARIA:
2 de Crónicas 32

Ezequías había gobernado por 14 años cuando Senaquerib subió contra las ciudades fortificadas de Judá. 
Con el fin de proteger a Jerusalén de los invasores, Ezequías tomó consejo con sus generales y sus valientes para cegar los manantiales de aguas que estaban fuera de la ciudad. El arroyo que corría a través del territorio era el Guijón alto. Cuando tuvo lugar la invasión, Ezequías ya había extendido la muralla de la ciudad, hasta abarcar el Guijón bajo, había sellado su entrada y reorientado sus aguas hacia el oeste, a la Ciudad de David. 
Ezequías continuó reafirmando la fe de sus comandantes al recordarles que más poderoso es el que está con nosotros que el que está con él. 
Después que Ezequías aceptó pagar tributo al rey de Asiria, el rey asirio se olvidó del acuerdo con Ezequías y decidió saquear la ciudad de Laquis. Con el fin de informar a Ezequías cuán seria era su demanda de nuevos tributos y su intención de tomar Jerusalén, Senaquerib envió una comisión de diplomáticos, encabezada por el Rebsaces. Este era el copero del rey asirio, que a veces realizaba funciones administrativas y también diplomáticas por ser versado en hebreo y arameo. Este fue enviado a los representantes de Ezequías a hacer el anuncio formal de la invasión a Jerusalén, tratando de poner en ridículo al rey y a Jehová frente a todo el pueblo.
Las blasfemias contra Jehová y los vituperios contra Ezequías iban de mal en peor, hasta en su forma escrita. Senaquerib optó por su ataque epistolar ya que tuvo que abandonar sus planes de conquistar a Jerusalén.
Entre este instante y la amenaza egipcia contra Asiria, encabezada por Tirhaca, rey de Etiopía, Ezequías buscó al Señor, auxiliado por el profeta Isaías. La respuesta de Dios no tardó. Aquella misma noche Dios envió un ángel, el cual hirió a todos los guerreros esforzados, a los oficiales y a los jefes en el campamento del rey de Asiria. A su retorno a Asiria, Senaquerib fue asesinado por sus dos hijos.
Después de esto, Dios les dio reposo en derredor. Ezequías había pasado la prueba de su fe, aunque le esperaba una crisis más en el camino. Quince años antes de su muerte, el rey cayó gravemente enfermo. Esto lo condujo a orar a Dios, creyendo que éste tenía poder para sanarlo. Dios le respondió concediéndole 15 años más de vida. Como señal de este acontecimiento, Isaías invocó al Señor quien “hizo que la sombra retrocediese diez gradas”. El rey se llenó de riquezas y gloria antes de morir.
Todo Judá y Jerusalén lo honraron en su muerte. Su hijo Manasés sería la antítesis del carácter de Ezequías.

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