domingo, 25 de junio de 2017

LEYENDO... 2 de Crónicas 28


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LECTURA DIARIA:
2 de Crónicas 28

De los 20 monarcas que tuvo Judá, Acaz fue uno de los más débiles, corruptos y apóstatas. Acaz introdujo la práctica abominable de sacrificar infantes. Es posible que Acaz, al rechazar la ayuda de Dios, y en desesperación, sacrificara a su propio hijo, esperanzado de obtener liberación.
Acaz violó el mandato de adorar solamente al Señor Dios de Israel en el lugar indicado y de la manera correcta. 
Al quitar la mirada del Dios Altísimo, Acaz volvió su corazón a los muchos dioses de Canaán. Los Baales eran incontables; cada aspecto de la vida tenía su propio Baal o “dueño y amo”. Entre los más “poderosos” y “populares” estaba el Baal de la fertilidad. Con muy pocas excepciones, estos dioses tenían lugar solamente en los corazones egocéntricos de los que habían logrado cierto grado de poder.
El profeta Oded hizo recordar a los efrateos que los que sirven como instrumentos de Dios, no deben sobrepasar su mandato o misión. 
Los edomitas volvieron a atacar a Judá, y causaron mucha pérdida. Los edomitas se mantenían alertas ante cualquier desgracia que pudiera ocurrir a Judá, y siempre se beneficiaban. El otro pueblo que constantemente asechaba a Judá eran los filisteos, quienes no solo se sublevaban contra Judá sino que arrasaban con sus ciudades. 
Terminada la rebelión, las tierras judías reconquistadas por el rey asirio no pasaron a manos de Judá sino que se convirtieron en provincias asirias, sujetas al pago de tributos al conquistador. Así, este no le prestó ayuda.
Al cerrar las puertas de la casa de Jehová e instaurar el paganismo en Judá, Acaz había sellado su destino la historia lo recordaría como uno de los monarcas más perversos que llegó a sentarse en el trono de David.
A su muerte reinó su hijo Ezequías. Fue sepultado en Jerusalén, pero no en “los sepulcros de los reyes”.

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