sábado, 31 de agosto de 2019

Leyendo... Santiago Introducción



LECTURA DIARIA:
Santiago Introducción

Santiago (hebreo/arameo “Jacobo”) el hermano del Señor Jesucristo fue quien escribió esta epístola que lleva su nombre (Marcos 6.3).

Cabe resaltar que inicialmente Santiago había rechazado a Jesús como Salvador (Juan 7.5) pero luego de su resurrección llegó a creer en Él como lo indica Pablo (1Corintios 15.7) y posteriormente fue considerado columna de la iglesia en Jerusalén junto a Pedro y Juan.
Muchos estudiosos están convencidos de que esta carta fue el primer libro del Nuevo Testamento escrito entre 44-49 d.C.
Los destinatarios de esta epístola eran creyentes judíos que habían sido dispersados  a quienes les quiere transmitir la sabiduría del Señor.
Es probable que estos hayan sido dispersados por la persecución de Herodes Agripa I.
Santiago no escribe con énfasis en el conocimiento teórico sino que más bien se enfatiza a un estilo práctico, una conducta que demuestre una vida piadosa. Él estaba animando a los judíos creyentes dispersados a vivir con sabiduría proveniente de lo alto, su deseo era que ellos fueran obedientes sin reservas a la Palabra de Dios y así pudieran soportar las pruebas que estaban atravesando.
El desafío más grande que presenta esta epístola al intérprete se registra en 2.14-26 en donde es necesario entender correctamente, cuál es la relación entre la fe y las obras.
Un mal entendimiento del enfoque paulino y el de Santiago en este tema ocasiona gran confusión para el lector por lo cual es indispensable una lectura y estudio cuidadoso para comprender la perspectiva de cada autor y la forma en que ambas enseñanzas se complementan.
Algunos eruditos comparan Santiago con el libro de Proverbios del Antiguo Testamento, aunque son bastante diferentes, la comparación es válida desde la perspectiva ética.
El tema del libro es que la religión práctica debe ser manifestada por medio de obras que sean superiores a las del mundo ya que la fe verdadera siempre viene acompañada de obras, contrario a quienes profesan tener una fe genuina pero que carecen frutos espirituales que evidencian un nuevo nacimiento.
La epístola de Santiago tiene valor y trascendencia para todo cristiano que se confronta a un mundo cada vez más secularizado. Cristo debe producir una diferencia en nuestra vida y este es justamente el mandato de Santiago.

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