jueves, 15 de agosto de 2019

Tiempo... Tito 3. 4 - 8



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Pero Dios nuestro Salvador mostró su bondad y su amor por la humanidad,  y, sin que nosotros hubiéramos hecho nada bueno, por pura misericordia nos salvó lavándonos y regenerándonos, y dándonos nueva vida por el Espíritu Santo. 
Pues por medio de Jesucristo nuestro Salvador nos dio en abundancia el Espíritu Santo, para que, después de hacernos justos por su bondad, tengamos la esperanza de recibir en herencia la vida eterna. Esto es muy cierto, y quiero que insistas mucho en ello, para que los que creen en Dios se ocupen en hacer el bien. Estas cosas son buenas y útiles para todos”. 
Tito 3. 4 – 8.

Dios es nuestro salvador, libertador, redentor, nuestra salvación solo pudo hacerse manifiesta por medio del amor y la bondad de Dios que se hizo manifiesta en Cristo.
Su salvación no proviene de nuestra propia justificación, ni de lo que hacemos, provienen de Dios, para que el hombre no busque vanagloriarse, sino desprenderse de su propia auto justificación y se entregue a Dios.
Nos salvó, y mediante la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo, nos restablece la vida espiritual que había sido muerta por el pecado.
Ahora con la presencia del Espíritu en nuestras vidas puede ser restablecida, y la renovación consiste en el quebrantamiento del hombre exterior, esa naturaleza canal para que el espíritu sea evidente en la vida del creyente.
Para que pudiésemos ser bautizados con el fuego del Espíritu Santo y este obrara en regeneración y renovación de la naturaleza divina, Jesús fue entregado como sacrificio, para que la paga del pecado fuese cumplida y el hombre pudiese recibir esta preciosa salvación.
Justificados por la obra redentora de Cristo, por su sacrificio, fue que pudimos llegar a ser herederos de las riquezas espirituales de Dios y también pudimos recibir su más hermoso regalo: la vida eterna.
Comprender la obra redentora de Cristo, el amor y la gracia de la cual somos objeto nos animan en nuestro crecimiento, nos animan a obrar con la misma bondad y amor que recibimos, y el que un creyente lo comprenda es de mucho provecho para su vida espiritual.
Dios les bendiga abundantemente.

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